José Sámano

Periodista

Vicente del Bosque: “Todo es efímero, muy pasajero”

Mientras barrunta jubilarse, Vicente del Bosque repasa su vida: el sueño de un chaval de provincias que quería jugar en el Real Madrid, su etapa en la cantera blanca , su tránsito al primer banquillo y la forja de “una fortaleza emocional” con la Selección Española.

Devoto del crucigrama dominical de EL PAÍS, el seleccionador nacional de fútbol advierte de que no quiere ser “un pelota”. Pero “siempre he sido, y soy, lector de EL PAÍS. Ya de jugador lo llevaba bajo el brazo”. A Vicente del Bosque (Salamanca, 1950) le impactó “la dolorosísima noticia del 23-F” y guarda un “gran recuerdo” de una entrevista tras el éxito de la Roja en el Mundial que “profundizaba en el comportamiento general del grupo”. Además, tiene claro qué noticia le gustaría leer en el futuro: “El cáncer tiene curación”.


¿Qué hubiera sido sin Toñete y su Renault 8?

Era un señor de Salamanca que reclutaba jugadores para el Real Madrid y en su coche vine a la aventura en 1968. Llegué al primer equipo en el 73 con enorme respeto. A Velázquez, por ejemplo, no le gustaba nada que le despertaran. Antes era costumbre que en los hoteles nos llevaran el desayuno a la habitación y yo, por no molestarle, no desayunaba.

La Transición en marcha. ¿Tenía inquietudes al margen del fútbol?

Era una época apasionante y no hice caso a mi padre, que no quería verme en política. Me involucré con la AFE (sindicato de futbolistas) y aquello fue un atentado a lo establecido.

Su padre, don Fermín, estuvo 838 días preso por un supuesto complot de izquierdas…

No nos dejó rencor hacia nadie, decía que había buenos y malos en todas partes.

A los 26 años ya decidió ser técnico. ¿Por qué?

Con la Quinta del Buitre supe que me quedaba poco como jugador. Tenía 33 años y Molowny me ofreció trabajar con la cantera. Empecé la etapa más enriquecedora de mi carrera, junto a la de Turquía. No ganaba mucho dinero, pero me sentía muy útil. Entonces ya me ponía malo cuando se dejaban una luz encendida, cuando nadie reparaba en recoger los balones, cuando daban un trago y tiraban la botella…

En 1989 nace Álvaro con síndrome de Down….

Te planteas muchas cosas desde la ignorancia, te enfrentas a algo desconocido y hay que ponerse en manos de profesionales y hablar con quien ya tuvo esa experiencia. Asumimos lo que teníamos por delante.

¿Sigue el chaval mensajeándose con Xavi?

Su madre le ha quitado el teléfono porque ya se hacía muy pesado. Él se acerca a quien le da cariño.

Llega su tercera etapa. De entrenar a críos a cultivar los egos del primer equipo. ¿Cómo lo hizo para no tener problemas?

Siendo normal. Llegaron Ronaldo, Zidane, Figo… Pero no cambié mucho respecto a los días de los campos de tierra.

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Vicente del Bosque. / Samuel Sánchez

Usted era normal en un club que quería ser extraordinario.

En abril dijo el presidente que íbamos a durar mucho juntos y en un mes se rompió la relación. Seguramente fue la erosión propia de un entrenador, a veces por ogro, otras por débil, otras porque entrenas mucho, otras porque entrenas poco. Al presidente le van con unas cosas y otras.

El presidente vino a decir que usted estaba desfasado.

Eso fue una maldad innecesaria, sin sentido.

Y llega la cumbre, la Roja, pero lo que más le ha preocupado es el espejo social.

Le dije en una comida a Felipe González que habíamos desdramatizado las derrotas y puesto en valor las victorias con moderación. Me dijo que eso era fortaleza emocional. Te das cuenta de que todo es efímero,
muy pasajero.

¿Cómo se ve de jubilado?

Dicen que es más importante el trabajo que el salario. Intentaré tener alguna ocupación que me haga salir de casa a diario.

Como estudiar inglés o llevar a Trini, su mujer, a la Feria de Sevilla.

Con el inglés he sido un estúpido. La cuenta con Trini ya está saldada, ha ido por su cuenta [risas].

“Leo, escucho y miro todo lo que puedo”…

Es verdad, me entero de lo que pasa y me entra cierta desazón. Hay una crisis de liderazgo y sensatez…