No debe de ser sencillo seguir el ritmo del mayor acelerador de partículas del momento, pero, primero en Europa y luego en EE UU, el trabajo de esta física ha sido fundamental en varios logros científicos. Incluido el descubrimiento del bosón de Higgs, en 2012.
La primera vez que Teresa Rodrigo (Lérida, 1956) leyó su nombre en EL PAÍS fue en 1994 y acababa de participar en un hallazgo histórico. “Entonces yo trabajaba en el laboratorio Fermilab, de Estados Unidos, donde se descubrió el quark top, y salimos a doble página, como una gran noticia. Fue muy bonito”, recuerda esta física de partículas, una de las primeras mujeres españolas en llegar a la élite de su campo. De hecho, es la pionera en entrar en el Comité de Política Científica del CERN (Organización Europea para la Investigación Nuclear).
¿Qué hacía usted en mayo de 1976?
Seguramente participaba en alguna manifestación contra el franquismo o estaba en alguna comisaría. Estudiaba física y en el año 1976 aún estábamos muy activos en las universidades.
¿Cuánto ha cambiado la ciencia en España desde sus comienzos?
La gran revolución en mi campo ha sido la computación, el tratamiento de datos. El desarrollo de detectores ha seguido un paso más uniforme, avanzando poquito a poquito, con instrumentos cada vez más complejos y precisos.
Usted es una mujer española que ha llegado a lo más alto en un campo como la física. ¿Sigue siendo eso raro?
¿Se ha maltratado a la ciencia en España?
Absolutamente. Hubo un esfuerzo importante que desgraciadamente no se ha sabido consolidar. Se podía haber conseguido mucho más siendo un poco más sistemáticos y organizados. Aun así, no hay duda de que el cambio en todos estos años ha sido muy positivo y radical.
No soy un bicho raro, solo que tengo más edad que muchas de las jóvenes que hoy día están progresando en este campo. Todo es cuestión de tiempo en la vida.
¿Ha sido difícil ser mujer y llegar a donde ha llegado?
Más allá de lo que yo crea o no, hay muchos datos y estadísticas que evidencian que la carrera científica es diferente para hombres y mujeres. Yo estoy encantadísima de mi condición de mujer. Pero está claro que dejas muchas cosas por el camino. No ha resultado difícil porque a mí me gusta mucho lo que hago, lo gozo más que lo sufro. Pero, evidentemente, es una carrera de obstáculos.
¿Cómo es el trabajo en un acelerador de partículas?
Primero trabajé en el CERN, luego en Fermilab, luego otra vez en el CERN… Diferentes aceleradores, pero todos ellos eran los más potentes en su momento. El trabajo es muy variado. El LHC [siglas en inglés del Gran Colisionador de Hadrones] tiene la diversidad que procura el trabajo de detector, de cacharrería, pero también hay mucho de análisis porque existe una comunidad científica muy amplia con la que puedes tener una discusión continua. Es variado, interesante, muy competitivo, lo que a veces puede llegar a parecer muy duro, pero en general priman los aspectos positivos. A mí me lo parece.
¿Qué podemos esperar de este acelerador en los próximos meses?
No tengo ni idea. Esta etapa del LHC es como una visión del vacío. No tenemos una guía clara de por dónde pueden ir las cosas. Espero que se descubra algo nuevo, que nos abra nuevas ventanas para entender el mundo, pero hoy por hoy no tenemos guía. Las que teníamos se nos están cayendo.
“Hay muchos datos
y estadísticas que evidencian
que la carrera científica es
diferente para hombres y mujeres”
¿Qué noticia espera leer en el futuro?
Creo que podemos esperar en todos los campos cantidad de cosas. Ahora la experimentación es tan precisa y ha avanzado tantísimo que ni siquiera puedo imaginar cuáles serán los próximos progresos. Se están viviendo ya revoluciones enormes en todos los ámbitos de la ciencia y, desde luego, en física lo que me gustaría ver sería la unificación de la teoría de la relatividad y la mecánica cuántica, que es nuestro gran hándicap. Es el próximo gran paso en física y yo creo que se va a dar.