En 1975, España era un páramo para las libertades. Tras la muerte de Franco el 20 de noviembre, toda la legislación sobre asuntos que hoy parecen obvios (divorcio, matrimonio civil, aborto) estaba por hacer. O había que empezar por deshacer lo que había.
Fue el caso de la Ley de Peligrosidad Social. La norma servía para detener a prostitutas, gais, transexuales… En definitiva, a cualquiera que no le gustara al Régimen. Estuvo vigente hasta 1995, aunque la parte relativa a la persecución de la homosexualidad se derogó en 1977. Por eso, los presos por esta ley no pudieron acogerse a las primeras amnistías de la Transición, y a Antoni Ruiz, en 1976, le encarcelaron y desterraron después de que una monja le denunciara por gay. El mismo año que se empezó a eliminar la Ley de Peligrosidad Social se reguló el derecho de huelga.

10 AÑOS DE MATRIMONIO HOMOSEXUAL EN ESPAÑA
Una característica común a muchos de los derechos ganados fue la oposición que encontraron en la Iglesia católica. Sucedió con la ley del divorcio de 1981. En una carta de los obispos, se acusaba a la ley de comprometer “el futuro de la familia” y dañar “el bien común”. Las disensiones también afectaron a UCD, el partido del ministro Francisco Fernández Ordóñez.
El mismo año que se empezó
a eliminar la Ley de Peligrosidad
Social se reguló el derecho de huelga
El mismo enfrentamiento se repitió con la primera ley del aborto (1985), la de reproducción asistida (1988), la del llamado divorcio exprés (2005, que eximía a la pareja de pasar un tiempo separada antes de solicitar el fin del vínculo) y la del matrimonio homosexual (2005). En todos los casos, la oposición de la Conferencia Episcopal Española fue altisonante.


Las primeras leyes del divorcio y del aborto eran claramente más restrictivas que las de la mayoría de los países occidentales (no había un plazo para abortar libremente, había que alegar causas para divorciarse). En cambio, en la de reproducción asistida y, sobre todo, la de matrimonio entre personas del mismo sexo, las normas fueron las más avanzadas de su tiempo.
La ley de reproducción asistida
y la de matrimonio entre
personas del mismo sexo fueron
las más avanzadas de su tiempo
Esta excepcionalidad fue especialmente llamativa con la ley del matrimonio igualitario. Por primera vez en el mundo, la legislación era, conceptualmente, una simple equiparación de las uniones de las parejas del mismo sexo con las heterosexuales. Nada de registros aparte, de nombres diferentes, de leyes hechas ex profeso. El proceso que impulsó Pedro Zerolo (PSOE) fue el de reformular toda la legislación aplicable en diversos ámbitos (sucesiones, derechos laborales, regulación de familia) para que donde decía “el hombre y la mujer” o formulaciones similares, se pudiera cambiar por un genérico “los cónyuges” o “los progenitores”. Como resultado, por ejemplo, se incluyó la posibilidad de adoptar conjuntamente o la de recibir tratamientos de fecundación (aunque hubo algunas lagunas).
CUATRO DÉCADAS DE PROGRESO
No fue un proceso fácil. El PP se unió a la Iglesia para oponerse, sobre todo, a la adopción de niños por padres o madres gais o lesbianas. Sus expertos adujeron toda clase de males, como el riesgo de abusos, los peligros para el desarrollo del menor, la discriminación que iba a sufrir y la posibilidad de que se le contagiara la homosexualidad. La ciencia lo niega, y el 12 de julio de 2005 se casaron Carlos Baturín y Emilio Menéndez. La ley española fue, desde ese momento, modelo en el mundo, y países como Holanda convirtieron sus normas de parejas gais en otras de pleno matrimonio.

Otras leyes clave en avances sociales fueron la General de Sanidad (1986, que propuso la atención universal), la de violencia de género (2004) y la de identidad de género (2007) . Y sus limitaciones posteriores (aborto, 2015, con el cambio en la consideración de las menores; atención sanitaria, 2012, cuando se expulsó a los inmigrantes ilegales de la atención). Todo un catálogo (junto a cuestiones como la ley mordaza, conciliación) en continua revisión.
Visto en balance, hay una conclusión: los avances se retocan, pero no se pierden.
