Tribuna de opinión, por Enrique Loewe
Enrique Loewe (Madrid, 1941) pertenece a la cuarta generación de la familia fundadora de Loewe. Artífice de la expansión nacional e internacional de la marca e introductor de las líneas de hombre y de perfumería, ha sido presidente de honor de la compañía hasta su retiro. Actualmente es presidente de honor de la Fundación Loewe.
Dar un paseo por el camino y la evolución de la moda de estos últimos 40 años en España trae fantásticas memorias a mi recuerdo, dado que la parte más activa de mi vida profesional en Loewe tuvo lugar de 1970 a 2013.
En 1976 no podemos olvidar que Loewe era una casa de artículos de piel y de regalo. La introducción de la moda prêt-à-porter fue una auténtica experiencia renovadora que cambió radicalmente nuestra forma de ver el comercio y también de ver el mundo. Desde entonces esa nueva realidad se convierte en una experiencia de moda para la firma, con todo lo que eso implicaba.
En España en ese momento prácticamente no había revistas de moda y el nivel de cultura sobre este tema no era muy alto. Desfiles como los de Cibeles, Gaudí y muchos más en cada comunidad autónoma dieron un empujón decisivo a la curiosidad por la moda.
El fenómeno moda empezó a crecer de forma espectacular y se produjeron cambios muy importantes en nuestro país. Antes se tachaba a la moda de fenómeno superficial. Hoy la gente ha aprendido a valorarla y no a mirarla con suspicacia o con una sonrisa irónica. España ha cambiado tan deprisa que nos llena de admiración.
La formación de jóvenes diseñadores en multitud de centros universitarios y escuelas adscritas ha sido vital durante todos estos 40 años.
La experiencia del diseñador, incapaz de trabajar en grupo, se sustituye por la más inteligente del trabajo en equipo. Hoy miramos al mundo para expresarnos y aprender y no solo para copiar.
El paso del tiempo adquiere también una sorprendente velocidad. Cambiar por lo menos dos veces al año las colecciones supone un esfuerzo increíble.
En el comercio de la moda hemos aprendido técnicas de marketing, a preocuparnos por el escaparatismo, a vender mejor. Actualmente España, esperanzada, paso a paso va consolidando su presencia internacional.
Hemos desarrollado una sensibilidad creciente hacia los problemas ecológicos. Su estudio y aplicación son hoy claves en el mundo de la moda.
Ha habido un indudable proceso de maduración por parte de la sociedad que ahora ve con naturalidad las reflexiones que se están haciendo sobre el “nuevo lujo”. Ya no “vale solo lo que brilla” o “no es oro todo lo que reluce” en la sociedad. El lujo emana de la cultura, de nuevos valores, y no solo del precio de los objetos, de su color y su brillo. El lujo hoy tiene como común denominador el ser y no solo el tener.
Pero, sin embargo, para mí el gran cambio está ocurriendo con la artesanía. Actualmente la valoramos no como un souvenir que se vende a los turistas en las puertas de las catedrales, sino como un elemento vivo de la cultura, del diseño y de las tradiciones. En todas las artes que tienen que ver con la moda, la conciencia retroprogresiva de la artesanía tiene un rol esencial: el estudiar nuestro pasado para reorientar nuestro futuro.
Recorrer y vivir la transformación de la moda en estas últimas cuatro décadas trabajando desde dentro ha sido para mí una emocionante y apasionante aventura. La moda es la expresión de la cultura y de las ganas de vivir de un pueblo y refleja sus características y valores más auténticamente que otros índices sociológicos.