José Carlos

Juan Pablo II, ha muerto hace dos días, está sentado en su trono, sotana blanca, su rostro sin ojos con las oquedades oscuras, una leve sonrisa, sus brazos apoyados a cada lado, las uñas de sus manos y pies desnudos tienen un tono barroso. A su derecha permanecen de pie alineados tres personas con sotana blanca y cordón anudado a su cintura, yo, me aproximo, y observó que entre el primero y el tercero hay un lugar para mí justo a su altura y que tengo que ocupar vestido como ellos.