Jesus Oliver-Bonjoch Oliver

Aquel lejano 22 de noviembre de 1975, yo tenía 8 años y me pasé la mañana ‘pegado’ a la tele en casa de mi abuela materna, para ver la proclamación del Rey Juan Carlos; emocionado pero, a la vez, desconcertado porqué esperaba un momento que no llegó nunca: que alguien coronara al Rey. Años después entendí que el Rey no necesitaba llevar una corona, ni tan siquiera tener poder ejecutivo, para transmitir ‘auctoritas’. El todavía cercano 19 de junio de 2014, me las agencié para poder pegarme a la tele de nuevo y seguir la retransmisión de los diversos actos de la jornada histórica. Y de nuevo sentí emoción en los momentos cruciales, recordando con cierta nostalgia la atmósfera de esperanza y optimismo que capté a mi alrededor en los meses y años posteriores a la proclamación de Don Juan Carlos.