Francisco España Calvo

Tenía 9 años y siendo de Badajoz para mí era la misma sensación que ir a un parque de atracciones. Todo me parecía de dimensiones faraónicas, luces, banderas… y como no los carritos que podías alquilar, tipo minigolf, para moverte mejor por la exposición. Pero sin duda lo mejor de todo era llevar los pasaportes propios de la Expo para que te pusieran los sellos en cada pabellón visitado, dando fé de la estancia en el mismo. El pabellón de Fujitsu con sus colas interminables para poder ver un pequeño corto en 3D en el que un camaleón sacaba la lengua. Y como no recordar esa cómica imagen de la mascota Curro nadando que por poco no se ahoga…