“Solamente ha habido un presidente del Gobierno que no ha tenido ningún sentido del humor y no hace falta decir quién es”. Lo cuenta, muy seguro y con media sonrisa, Antonio Fraguas, ‘Forges’ (Madrid, 1942). Talento multidisciplinar, con sangre catalana y gallega, empezó en el mundo de la comunicación en Televisión Española como mezclador de imagen, pero decidió dejarlo todo por dedicarse al humor gráfico allá por 1964, cuando publicó su primera obra en el diario Pueblo.
“A mí la tecnología no me da miedo
y es una de las ventajas que tenemos
en la búsqueda de la libertad”
Pasó a formar parte de EL PAÍS en 1995, después de haber sido uno de los miembros fundadores del diario El Mundo y de colaborar durante años en publicaciones como Diario 16, Hermano Lobo o El Jueves.
El ingenio de Forges es de esos que se conservan vigorosos los 365 días del año. Sin resfriados ni dolencias. Reconoce que supo satirizar la realidad durante el franquismo gracias a una “carga tremenda de eufemismos”, pero se apresura a dejar claro que en aquella época no era más difícil hacer humor de lo que resulta ahora.
A propósito de aquella etapa, rememora una de las viñetas más significativas de 1974: “Franco tuvo una flebitis tremenda, lo que invitó a dejar el poder a Juan Carlos de Borbón, que entonces era príncipe. Todos creíamos que el hecho sucesorio estaba en marcha. Pero, dio la casualidad de que no, y tuvo que decir que daba marcha atrás. Dibujé una viñeta con dos hombres. Uno de ellos empuñaba una copa de cava llena de telarañas. ‘¿Qué es lo que esperaba usted celebrar?’, pregunta el otro. Todo el mundo sabía de qué se estaba hablando”.
Su postura crítica con la realidad ha tenido en el costumbrismo una fuente inagotable de inspiración. Su voluntad de ayudar a que la sociedad progrese y evolucione es una constante en su discurso: “Todas las generaciones nos creemos que somos importantísimas para la inteligencia de la humanidad. Siempre tendemos a ver el mundo desde nuestro punto de vista. Yo no me siento emigrado a una nueva cultura, yo soy parte de esa nueva cultura. A mí la tecnología no me da miedo y creo que es una de las ventajas que tenemos en la búsqueda de la libertad”.
El compromiso de Forges por reducir las desigualdades sociales entre hombres y mujeres también ha sido una de sus señas de identidad. Para que el mensaje se clave en la retina y permanezca en la cabeza de la gente, nada mejor que trasladar sus viñetas a objetos cotidianos como tazas, imanes para la nevera o alfombrillas para el ratón: “Queda mucho por hacer, pero en cuanto a distancia histórica el paso ha sido brutal”, asevera.
“Es inexplicable cómo surge
la inspiración: de repente, llega”
Cómo llega la inspiración diaria a los dibujantes es uno de esos misterios de la psique por el que más se preguntan incluso ellos mismos. Forges lo resume así: “Tienes que tener tu propio rito [que prefiere no desvelar]. Es inexplicable cómo surge la inspiración: de repente, llega”.