María Ballesteros

Periodista

Fernando Vicente: la erótica de la elegancia

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Fernando Vicente lleva casi 20 años ligado a EL PAÍS. En ese tiempo ha ilustrado tanto portadas para Babelia como la columna de Mario Vargas Llosa. La pátina sensual y vintage de sus trabajos sirve como hilvanado de sus ilustraciones, en las que suele conjugar su amor por la moda, la anatomía y la cartografía


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Fernando Vicente fotografiado por Paco Navarro.

Con 12 años, Fernando Vicente (Madrid, 1963) iba a dibujar a una escuela de artes y oficios en Menéndez Pelayo, al lado de su casa, pero él y el resto de sus compañeros lo hacían sin profesor. Quizá, ese sea uno de los motivos por los que se confiesa autodidacta. “Siempre he pensado que iba a ser pintor. Lo que pasa es que la ilustración constituye un trabajo bonito que te permite ganar dinero. Sigo con la pintura porque me reconozco cabezota. De hecho en la pintura es donde hago lo que quiero”, confiesa.

Quiso estudiar Bellas Artes, pero le faltaron unas pocas décimas para entrar. Mientras pensaba qué hacer con su vida, se puso a trabajar en La Luna de Madrid. Tras una reclamación de la nota consiguió ser aceptado en la carrera que siempre quiso hacer: “Me puse a trabajar en la época de la movida madrileña, con Ana Juan. Al final no hice Bellas Artes y me frenandovicente3okarrepiento un poco”.

Comenzó a trabajar para EL PAÍS en 1999. “Los primeros dibujos los llevaba al periódico en mano para que los escanearan.  Nunca los recuperé”, recuerda entre risas. Primero trabajó para Babeliasuplemento para el que ha realizado 75 portadas en las que su trabajo se ha ido desarrollando del blanco y negro al color pasando por las dos tintas. Ilustrar para una de las publicaciones culturales más importantes de nuestro país le hacía especial ilusión: “Tengo muchos recortes anteriores a colaborar con Babelia. Me gustaban mucho las críticas sobre exposiciones”.

En el año 2000, por encargo del periódico, comienza a hacer caricaturas. Una disciplina que no había acariciado hasta la fecha. Su seña de identidad la pone en el color de la tez de los personajes que dibuja; la colorea de un blanco roto con matices grises y azules. Entre todos los escritores que ha retratado, que rondan los 200, destaca su tándem con Mario Vargas Llosa, para el que ilustra su columna: “Soy el ilustrador de Vargas Llosa desde el principio. Yo pensaba que él ni las veía, porque cuando me llegan sus textos lo hacen desde distintas partes del mundo ya que los firma desde dónde está. Me dijo que las veía puntualmente y en color. De hecho, me habló de algunas que le habían gustado mucho”.

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Comparte amistad con otro escritor peruano, Fernando Iwasaki, quien ha encargado varias portadas de sus libros, como Ajuar funerario: “Tiene toda su biblioteca decorada con dibujos míos que me ha ido comprando y con portadas de los libros que he hecho para él”. Y prosigue: “Me he terminado haciendo amigo de los autores y eso me lo ha dado mucho Babelia”, reflexiona.

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El universo de la belleza y la estética vintage

Al margen de su trabajo para el periódico, el trabajo de Vicente puede dividirse en varios bloques. Entre ellos encontramos sus series: Anatomías en la que muestra el cuerpo humano sobre carteles de mecánica; Vanitas, otra muestra de su querencia por el cuerpo humano femenino en el que intercala anatomía, vísceras y moda; Atlas, un conjunto de ilustraciones en las cuales la cartografía es la absoluta protagonista; las pin ups , que ha materializado en dos barajas; y los retratos, un híbrido entre la caricatura y el hiperrealismo en el que ha inmortalizado a músicos, actores o escritores.

Iwasaki tiene toda su biblioteca
decorada con dibujos míos que
me ha ido comprando y con portadas
de los libros que he hecho para él

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“Creo que mi trabajo es menos moderno de lo que se lleva ahora”, dice Vicente. Lo cierto es que aunque él se considere clásico –y da la sensación de que cuando se refiere a clásico en realidad quiere decir pasado de moda– esa es su seña de identidad más preciada y reconocible. Prueba de ello es el cartel que realizó para la 27 Feria del Libro Viejo y Antiguo de Madrid, en el que delata su amor por la moda gracias al look de la modelo que lo protagoniza, en el que las prendas recuerdan a piezas creadas por maestros como Cristóbal Balenciaga, Hubert Givenchy o Christian Dior: “Me gustan mucho los años 50 y 60. Creo que me habría quedado en esa época”.

“Creo que mi trabajo
es menos moderno de
lo que se lleva ahora”

Otro de sus hits fue el cartel que realizó para la pasada edición de la Feria del libro de Madrid. Un trabajo del que se siente realmente orgulloso: “Me llamó el director de la Feria y me encantó, porque soy medio vecino del barrio del Retiro [lugar en el que se celebra la feria]. ¡Salían las libreras a darme besos!”, recuerda entre risas. En homenaje al cartel, el escritor Jesús Marchamalo le regaló una flecha que tiene colocada en su estudio madrileño.

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La épica y la fantasía de la literatura

Entre los últimos trabajos de Fernando Vicente destacan las ilustraciones que ha realizado para Cumbres Borrascosas, de Emily Brönte y El hombre que pudo reinar, de Rudyard Kipling. Pero sin lugar a dudas, uno de sus trabajos más esperados es Alicia a través del espejo; un libro que se publicará el día 27 de este mes coincidiendo con el estreno de la segunda parte de la película dirigida por Tim Burton. Un trabajo, Alicia…, en el que Vicente despliega todo su savoir faire para convertir los episodios fantásticos y alucinógenos en ejercicios de estilo en los que la gentileza de su trazos se alterna con la psicodelia y la distinción de los atuendos de sus personajes.

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