Fui encargada de comunicaciones y prensa del Pabellón de Chile en la Expo. Nunca en mi vida pasé tanto frío. Mientras en el exterior el termómetro del verano sevillano marcaba más de 40 grados, yo trabajaba con saco de lana, bufanda, calcetas y un calefactor en los pies producto del gélido aire en torno a la escultura de hielo antártico- el Iceberg- con el que Chile sorprendió durante la muestra.
Esa Expo fue gloriosa y descubrí la Sevilla tradicional, que capturó mi corazón para siempre, mucho más que la nueva.
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