Milagros Pérez Oliva

Periodista experta en ciencia y salud

El tiempo se agota

Un niño indio juega en el cauce de un río totalmente seco en Allahabad, en 2013. El calentamiento global también es responsable del incremento de la intensidad de desastres naturales como los ciclones, las lluvias torrenciales y las olas de calor, según demostró en 2014 un informe de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE UU. / GETTY IMAGES

El año 2015 ha sido el más caluroso desde 1890. Y 2016 sigue la misma senda, con un mes de enero que batió todos los records. Tanta bonanza climática no trae nada bueno y es, sin duda, la amenaza global más grave a la que se enfrenta la humanidad. Por eso, mandatarios de 195 países alumbraron en la cumbre de París un acuerdo que, aunque insuficiente, certifica una rectificación del rumbo. Pero el cambio climático ha puesto también de manifiesto la ausencia de mecanismos eficaces de gobernanza mundial. No queda tiempo. Los cinco próximos años son cruciales.


El año 2015 ha sido el más caluroso. La Tierra no solo se está calentando, sino que lo hace con mayor rapidez de lo que se esperaba. Hace 40 años la preocupación por el estado de salud del planeta era algo circunscrito a los grupos ecologistas, entonces minoritarios, que centraban su activismo en la lucha contra la energía nuclear. Y ni siquiera ellos eran del todo conscientes de la gravedad que estaba adquiriendo la emisión de gases de efecto invernadero. Fue uno de los principales referentes del movimiento ecologista, el científico británico Jacques Lovelock, autor de la famosa teoría Gaia, quien certificó el cambio de paradigma: el calentamiento global se estaba convirtiendo en un problema tan grave que justificaba.

Hace 40 años, ni siquiera
los grupos ecologistas eran
conscientes de la gravedad
de la emisión de gases
de efecto invernadero

El problema es que combatir el cambio climático supone poner en cuestión nada menos que el modelo productivo que nos ha llevado a las mayores cotas de prosperidad y al que legítimamente aspiran todos los países en desarrollo. Un modelo basado en el uso intensivo de combustibles fósiles. Los últimos cuarenta años han estado marcados por la batalla sin tregua entre la comunidad científica, que ha tratado de aportar pruebas de la influencia humana en el cambio climático, y quienes, movidos por la defensa de sus intereses, trataban de destruirlas. Pero la verdad incómoda se ha ido abriendo camino. La primera Conferencia de la Tierra convocada por Naciones Unidas tuvo lugar en Estocolmo en 1972. El concepto de calentamiento global se acuñó en 1975, un año antes de que se fundara EL PAÍS, cuya hemeroteca da cuenta de la fenomenal batalla librada. Naciones Unidas ha tenido que crear un panel del cambio climático con 1.500 científicos, y aun así, todavía hay quien sostiene que es normal que el tiempo varíe y que no tenemos la certeza de que el aumento de las temperaturas se deba a la actividad humana. Al fin y al cabo, dicen, en la vida del planeta ha habido muchos cambios climáticos.

Un largo camino por recorrer

El salto cualitativo se gestó en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro de 1992. Allí surgieron las bases que más tarde se plasmaron en el Protocolo de Kioto. Aunque se adoptó en diciembre de 1979, no entró en vigor hasta febrero de 2005. Fue un paso importantísimo, porque marcó un antes y un después. Pero el Protocolo de Kioto nació en realidad lastrado por su limitada ambición (reducir un 5% la emisión de gases de efecto invernadero respecto a los niveles de 1990) y por el hecho de que solo lo hubieran suscrito 37 países, la mayoría de ellos europeos. En 2009 ya lo habían firmado 187, pero entre ellos no figuraban los dos principales contaminantes, China y EE UU. La primera aún emite el 24,5% de todos los gases de efecto invernadero, y EE UU es el responsable del 14,4%.

El Protocolo de Kioto nació lastrado
por su limitada ambición de reducir un 5%
la emisión de gases y por que solo
lo hubieran suscrito 37 países

En los últimos años, a la acumulación de datos científicos se ha unido la preocupación de muchos gobernantes por la frecuencia con que se suceden fenómenos climáticos extremos y devastadores. El mundo parece por fin decidido a tomarse en serio el problema y con este ánimo acudió a la Cumbre del Clima celebrada en París en diciembre de 2015. El acuerdo alcanzado ha sido firmado esta vez por 195 países, incluidos China y Estados Unidos. Ningún gobierno pone ahora en duda que haya que actuar, y rápido.

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Un pastor con sus cabras sobre la tierra resquebrajada del fondo de una cola del pantano de La Viñuela, en Vélez- Málaga, debido a la sequía. / JULIÁN ROJAS

El problema es que no resulta fácil cambiar un modelo económico y de desarrollo en poco tiempo. Y tiempo es precisamente lo que no tenemos. En París se firmó por primera vez un acuerdo universal vinculante, pero no alcanza el rango de tratado internacional. En el texto figuran los objetivos –que la temperatura media no suba a finales de siglo por encima de los 2ºC sobre los niveles preindustriales- y un mensaje claro a los agentes económicos para que inviertan en energías limpias. Pero la cumbre fue incapaz de concretar la reducción de emisiones ni cómo debe repartirse el esfuerzo entre los distintos países. La suma de las emisiones voluntariamente comprometidas hasta ahora por 186 de los países firmantes no permite alcanzar el objetivo comprometido. Si no se va más allá, a final de siglo la temperatura habrá subido 3,7ºC.

Queda pues mucho camino por recorrer. El desafío es enorme. Nada menos que iniciar una transición energética que permita cambiar en pocas décadas el modelo productivo a escala planetaria.


La evidencia científica sobre el cambio climático

01. La concentración de dióxido de carbono era hace 450.000 años de 282 partículas por millón. Hasta el inicio de la era industrial había oscilado entre 180 y 285. Ahora es de 402,23.

02. En los últimos doce años se han registrado los diez más calurosos desde que se iniciaron las mediciones, en 1880. La temperatura media del planeta ha aumentado 0,85º C. En España ha subido 1,5º C en 30 años, el doble que la media mundial.

03. Entre 2000 y 2006, el Ártico perdió 250 kilómetros cúbicos de hielo y la Antártida, 152, por el aumento de las temperaturas.

04. En los últimos cien años el nivel del mar ha subido 17 centímetros. El último informe del Panel del Cambio Climático de la ONU estima que subirá entre 26 y 82cm a lo largo de este siglo. La acidez de los océanos ha aumentado un 30% desde el inicio de la era industrial.

05. El Protocolo de Kioto ha logrado reducir un 22% los gases de efecto invernadero en los países firmantes, pero las emisiones globales han crecido desde 2000 un 24%. Para evitar efectos catastróficos se han de reducir entre un 40 y un 50% antes de 2050.

06. La capacidad de persistencia de los gases y el efecto acumulativo de las emisiones hace que el ecosistema cada vez tenga menos capacidad para absorber los excedentes, lo que acelera el proceso destructivo.

07. El calentamiento global produce un aumento de los fenómenos meteorológicos extremos, que serán cada vez más frecuentes y más virulentos.