Aurora Corces Amor

Mi experiencia sobre la visita de Juan Pablo II a mi país, Cuba, es algo dificil de definir. Puedo decir que dejó huellas imborrables en el pueblo cubano. La emoción durante la espera a que llegara el día de su arribo a suelo cubano se transmitia de una a otra persona. Igual sucedía con los carteles con la efigie del Papa, que repartíamos en la parroquía a montones a las personas ávidas de tenerlos para ponerlos en el frente de sus casas. El Santo Padre estuvo en Cuba del 21 al 25 de enero de 1998 y celebró misa en La Habana y en varias capitales de provincia. Los asistentes fueron por miles y la emoción indescriptible.