Antonio Brufau: “Esta crisis ha roto la regla de que el petróleo barato mejora la economía”

El presidente de Repsol afirma que “ojalá no existiera la OPEP”. Su grupo trabaja como si la organización fuese a desaparecer y los precios fluyesen libremente. Tras la adquisición de la canadiense Talisman, ha duplicado su tamaño

Al presidente de Repsol le duele el Barça en plena Champions. Por lo demás, Antonio Brufau (Mollerusa, Lérida, 1948) es un optimista convencido. Así se reconoce varias veces durante la entrevista. Cree que el acuerdo climático de la Cumbre de París de diciembre pasado demuestra la intención de 195 países de contribuir a un planeta más sostenible. Desconfía de los adjetivos “verde” y “limpia” que se usan para definir la energía; “en boca de los políticos quedan muy bien, pero son palabras vacías de contenido”, dice, pero sí habla repetidamente de “energía justa y responsable”. El sector petrolero tiene que conseguir que la energía “cueste lo que la gente pueda pagar gestionando el futuro en un entorno de precios bajos”. “A falta de una definición clara de política energética porque carecemos de gobernanza global en el mundo”, el mix energético no cambiará mucho en los próximos años, como tampoco lo ha hecho desde 1976, porque el consumo crecerá conforme aumente la clase media.

¿Qué pasará con los precios del petróleo y su volatilidad en el futuro?

El precio del petróleo es volátil, tiene muchas oscilaciones debido a la oferta y demanda o por la actuación de la OPEP. ¿Pesa mucho en la economía? Sí, pesa, pero cada vez menos. Hace 15 años el consumo de energía crecía igual que el PIB. Hoy la demanda crece menos que el PIB gracias a la eficiencia energética.

Pero seguimos en una crisis provocada en gran parte por el petróleo.

Hay otras variables. Si los precios son bajos, como ahora, hay quien sufre y quien no. Los que más sufren son los países productores, que cubren sus cuentas públicas con los ingresos del petróleo. Arabia Saudí el año pasado tuvo un déficit del 18% del PIB, una barbaridadCRISIS-01. Ya no digo otros países de la OPEP. Esto significa menos capacidad de inversión. Todos están haciendo planes de reestructuración, con lo que aquellos países que exportaban a los productores han dejado de exportar. Sufren los países productore
s y sufre Occidente.

El consumidor último, al tener el precio de la gasolina, el gas natural y la electricidad más barato, tiene más renta disponible. Y se diría que esto es bueno porque vamos a consumir más. Pero con inflaciones cercanas a cero o negativas, la gente no consume porque quizás mañana esté más barato o porque la decisión racional es emplear ese aumento de renta para reducir deuda. Y, por lo tanto, baja el petróleo y baja la Bolsa. Esta crisis ha roto el paradigma de que el petróleo barato es siempre bueno para la economía.

El ciudadano tampoco nota tanto que los precios de los derivados del petróleo bajen.

Sí se nota. Aunque en la formación del precio de la gasolina o el gasóleo, más de la mitad son impuestos fijos, que van al Estado. La gente no percibe tanto las bajadas porque la mitad de lo que paga no tiene nada que ver con el precio del crudo.

“Hemos ahorrado 530 millones
hasta marzo, por encima de lo previsto”

¿Por qué tantos impuestos?

Es una forma de recaudar. Me parece bien que haya impuestos. Tantos a lo mejor no, pero creo que obligan a la gente a ser más racional en el consumo.

¿Cómo evolucionarán los precios del crudo tras el fracaso de la reciente ­reunión de la OPEP?

Ojalá no existiera la OPEP. Es un grupo de países que históricamente ha utilizado su capacidad de producción para fijar el precio y esto, en reglas de mercado, significa distorsionarlo. A mí me gusta el mercado puro, que la oferta y la demanda compitan. Que tres o cuatro países con grandes reservas le digan al mundo a qué precio tiene que estar el petróleo, distorsiona las reglas del mercado, lo cual no es bueno, pero está ocurriendo. Prefiero pasar unos tiempos difíciles para que, en un momento dado, el mercado se imponga.

¿Y cómo se consigue?
Se consigue con lo que pasó en la reunión de Doha el otro día: dejando la producción libre. El brent ha subido en Bolsa, está a 46 dólares, y Repsol también. Después del fracaso de Doha, las cosas van por otro sitio. A mí ahora me gusta más. Que la OPEP produzca lo que pueda, que el precio ya se irá ajustando. El fracking ha sido la consecuencia de un precio alto del petróleo. Un avance tecnológico con el que hemos empezado a producir petróleo a 50-60 dólares.

Es el mercado. La OPEP, cuya política era extraer el máximo valor de cada barril a través del control de la producción, ha reaccionado ante él produciendo más y bajando el precio. En 2015 el mundo consumió 94,5 millones de barriles al día. Los proveedores deberíamos trabajar para dar respuesta a esa demanda, pero la política de Arabia Saudí hizo que se produjeran 96 millones de barriles. Cada día sobraban 1,5 millones, que se almacenaban. Los saudíes han sacado del mercado a quienes empezaban a producir a 50-60 dólares, que han cerrado o recortado la producción.

“Crecer el 2,5% es un éxito
del Gobierno anterior
y un deber para el que viene”

¿A cuánto producen los saudíes?

A un coste no superior a los 20 dólares. Pero todo el país depende de los ingresos del petróleo; es una economía monoproducto, que necesita 70-80 dólares para cuadrar sus cuentas. Lo mismo que Nigeria CRISIS-02o Qatar. Esta política de guerra de mercado ha hecho que Arabia Saudí produzca sin importarle el precio. ¿Qué va a pasar este año? Que los menos eficientes, los que producen a 50-60 dólares y lo hacen con deuda, recortarán sus inversiones.

Las grandes petroleras, que podíamos tener proyectos en Alaska o en el golfo de México, los hemos parado porque no salen las cuentas. En el corto plazo la producción de los países que no formamos parte de la OPEP va a caer; está cayendo. Mientras que la OPEP, que controla el 40% del total, la mantendrá o la incrementará hasta un millón de barriles para compensar la caída de los no OPEP.

La producción de 2016 estará en torno a 96 millones de barriles. Pero la demanda crece, este trimestre sube en 1,2 millones de barriles al día, con lo cual es previsible que en el segundo semestre oferta y demanda empaten y los precios ya sean de mercado. Si la economía mundial tiene un crecimiento cercano al 4% y la OPEP sigue con la política actual, a final de año el precio podría estar entre 50 y 60 dólares. Sería lo razonable.

¿Y se habrá ganado a la OPEP?

La OPEP seguirá allí, pero no manejará los precios, el objetivo que tenía históricamente. Es muy bueno para el mundo y para las petroleras independientes. No me interesa nada que el precio esté a 130 dólares. Sino ser muy eficiente a 50. ¿Cómo reaccionamos a esto las petroleras internacionales? Evidentemente sufriremos un poco, sí, pero no pasa nada por sufrir un poco porque estamos aquí para toda la vida.

¿Qué significa sufrir un poco?

Sufrir un poco es replantear todas tus políticas de crecimiento, abandonar proyectos que tenías previsto hacer pero que, en un escenario de 50-70 dólares, no justifican una gran inversión. Significa tener que apuntar contablemente hoy el saneamiento de un proyecto realizado en un escenario distinto porque el valor presente de la inversión es menor al valor contable. Por eso en 2015 hemos dado pérdidas, pese a ganar 1.800 millones de euros, un récord que pocos logran, antes del saneamiento. Hay compañías que han perdido 20.000 millones por esa razón, pero no les importa porque es un apunte contable que el día que el petróleo vuelva a subir recuperarán. Esto es sufrir un poco. También es sufrir tener que hacer un ajuste de plantilla. Con la compra de Talisman ya hemos crecido lo que queríamos crecer los próximos cinco años, ahora hemos de racionalizar.

Dice que el sector tiene que trabajar con reglas de mercado. Pero a Repsol y al resto de petroleras se les acusa recurrentemente de expulsar a la competencia en España, de fijación de precios…

Todas las petroleras internacionales estaban en España y se marcharon porque no ganaban dinero. No debe ser tan rentable este negocio cuando la única forma de tener presencia son las estaciones sin empleados. Se ha creado una competencia con cada vez más estaciones de servicio de grandes superficies o low cost. Nosotros, por la legislación actual, no podemos abrir más y perdemos cuota de mercado. Desde la liberalización hemos perdido 8 o 9 puntos. Si sumamos las estaciones de Repsol, Cepsa y BP, habremos pasado del 64% al 56% del mercado. En Italia los tres grandes operadores tienen el 53%; en Francia, el 57%; en Portugal, el 55%. La competencia es la misma que en otros sitios.

“Lo que ha conseguido la OPEP
es que paremos todas
las exploraciones caras”

¿Entonces qué le pasa a Competencia?

A veces Competencia confunde objetivos. La CNMC no está para interferir en los precios, cuando el consumidor tiene donde elegir, sino para promover una competencia real.

CRISIS-03
Luis Sevillano

¿Es realista su Plan Estratégico 2016-2020, calculado a 50 dólares por barril? ¿Cómo evoluciona?

Estamos superando con mucho lo que teníamos previsto. Los ahorros y sinergias proyectados para 2016 eran de 867 millones de euros. En el primer trimestre ya llevamos 530 millones. Porque cuando uno se pone a trabajar a 50 dólares, espabila. Las desinversiones hechas o firmadas y cambios de activos se acercan a 3.000 millones de euros hasta marzo, la cifra proyectada para los dos primeros años del plan. Nuestro objetivo es que a 50 dólares el barril en los cinco años paguemos dividendos, hagamos las inversiones y reduzcamos deuda. Tenemos que encontrar el break-even sin ningún problema. Se va a conseguir el plan estratégico. Nuestra estrategia es, al margen de cómo vaya el crudo, trabajar a 50 dólares. Hoy ya estamos a 46. No parece poco prudente esa solución. La forma de gestionar es prepararse para un escenario donde oferta y demanda jueguen un rol más importante, asumiendo que la OPEP desaparece o que no interfiere en nuestras decisiones empresariales.

¿Cómo va la integración de Talisman?

Hay un antes y un después de Talisman en esta casa. Un año antes de Talisman teníamos Argentina. Hemos cambiado Argentina, con una producción declinante, precios regulados y falta de seguridad jurídica, para estar en un mundo más competitivo: Norteamérica, que es casi la mitad de nuestro balance, y el sureste asiático. Hemos ido a donde está la sabiduría del petróleo: EE UU y Canadá, quienes han inventado el fracking. Hemos duplicado el tamaño de la empresa después de la expropiación de Argentina y la calidad de nuestros barriles es infinitamente superior.

Echando la vista atrás, ¿cómo valora lo ocurrido en Argentina?, ¿volvería allí?

Argentina es un gran país, pero basado en premisas equivocadas. Fue muy rico energéticamente, sin embargo no gestionó bien su riqueza. Volver a Argentina, sinceramente, no. La expropiación de YPF nos quitó un gran activo, pero nos permitió cambiar la estrategia, retener a gente muy cualificada y posicionarnos mejor en el mundo.

¿Todavía tienen riesgos en algunos países como Venezuela, Libia, Bolivia…?

En este sector la protección al riesgo es la dispersión del riesgo. Los riesgos se dispersan intentando estar en la mayor parte del mundo y siendo muy selectivo a la hora de invertir.

“Argentina es un gran país
basado en premisas
equivocadas. No volvería”

Repsol ha rebajado bastante sus inversiones en exploración.

Hasta comprar Talisman nuestro objetivo era crecer. Invertíamos mucho más que nuestros competidores en la exploración de petróleo y gas y teníamos muchos más éxitos que ellos.

Acaban de anunciar otro descubrimiento en Brasil.

Y grande, además. Si la industria gastaba dos dólares por barril producido en exploraciones, nosotros gastábamos nueve porque necesitábamos llenar la cartera de proyectos y de realidades. Esta industria se mide por las tasas de reemplazo de reservas. Cuando compramos Talisman pasamos de una producción de 300.000 a 700.000 barriles diarios. Con lo cual hubo que replantear la estrategia de crecimiento y reducir la exploración a solo lo mejor de lo mejor.

¿Qué proyectos se han visto afectados y cómo está esa media de nueve dólares por barril?

Ahora está en tres o cuatro dólares por barril. ¿Qué proyectos? Los del golfo de México los hemos ralentizado, también los de Alaska y Angola. Todo aquello que es muy caro de desarrollar, no lo haremos. Es lo que ha conseguido la OPEP. Si tengo que poner en el mercado un barril que me cuesta 70 u 80 dólares en el golfo de México, me lo pensaré mucho. Porque el dólar que invierto hoy lo veré dentro de 10 años si tengo éxito. En este escenario hay que ser muy cuidadoso. Lo que hemos descubierto en Brasil es caro, pero en Brasil la productividad es altísima y a 40 dólares ganamos dinero. En el golfo de México, no.

¿Cómo ha cambiado el fracking a la industria y a Repsol?

Brutalmente. Hace cinco años EE UU producía 6 millones de barriles y hoy produce 11 gracias al fracking. Es el país que más ha crecido en esta actividad, lo cual ha cambiado radicalmente la geopolítica de la energía. De momento, EE UU y Canadá lo tienen, pocos más. Pero hay muchas posibilidades en el resto del mundo. China, con grandes recursos de fracking para producir petróleo y gas no convencional, está empezando y dejará de ser un gran importador dentro de 10 años. Norteamérica ha revolucionado esta industria. Con la compra de Talisman, Repsol tiene muchos activos en shale, tanto en gas como en petróleo.

¿Y siguen trabajando aunque los precios sean bajos?

Hemos bajado el nivel de perforación. Esta es una técnica que permite tomar la decisión de desinvertir y dejar de perforar inmediatamente. No producirás, pero no te cuesta nada. Un proyecto en Brasil o en el golfo de México es mastodóntico, si en el fracking no salen las cuentas, lo paramos y ya volveremos.

¿Cómo afecta la situación política de España a una empresa global como Repsol?, ¿hay menos inversiones?

A cualquier empresa lo que le va bien es la estabilidad, la certidumbre y la seguridad de que las decisiones que se están tomando se mantendrán. Esto no quiere decir que la situación de España sea inestable e incierta. Hay que formar Gobierno y se formará. Para esto está la democracia. Nosotros no hemos parado ninguna inversión. Las inversiones tienen procesos de maduración largos. Nadie desinvierte o no invierte por razones políticas circunstanciales.

¿No afectarán entonces las menores perspectivas de crecimiento, que hasta el Gobierno ha revisado a la baja, o la bajada de la Bolsa?

Un crecimiento de un 2,7% es un buen crecimiento. El gran problema de este país es el paro y hay que hacer todo lo posible para que deje de serlo. Pero crecer el 2,5% y el 3% este año y el que viene es un éxito para el Gobierno anterior y una responsabilidad mantenerlo para el viene. Soy optimista. En cuanto a la Bolsa, sin duda ha caído, pero igual que cae se recuperará.

Por Carmen Sánchez-Silva