Consciente de que su carrera siempre ha ido de la mano de Mariano Rajoy, la vicepresidenta del Gobierno respalda la experiencia de su jefe como un valor importante y critica los populismos. Licenciada en derecho y abogada del estado, defiende la vigencia de la constitución de 1978, aunque no se niega a reformarla
“Mi primer encuentro con EL PAÍS fue en 1978, en el referéndum de la Constitución. Aunque solo tenía siete años, acompañé a mi madre a votar y al día siguiente seguí el resultado en el periódico”. Soraya Sáenz de Santamaría (Valladolid, 1971) también exhibe su memoria de opositora al recordar su primera experiencia como protagonista del periódico: “Juan Cruz me hizo una entrevista cuando yo empezaba como secretaria de Política Autonómica del PP”. Las noticias que más le han impresionado son los atentados terroristas y la que le gustaría ver publicada abriendo el periódico, “que el cáncer se ha acabado para siempre”.
¿En qué ha cambiado la política en estos últimos dos años?
Yo veo mucha más superficialidad en la política que hace dos años. Muchas veces esa pluralidad se ha convertido en frivolidad y se echan de menos debates políticos de cierta altura.
¿Por qué hay tanta desafección? ¿Es solo la crisis y la corrupción?
La crisis es siempre un caldo de cultivo muy grande para los populismos y la corrupción es, sin duda, un germen de desconfianza. Confío en que a medida que vayamos afrontando la recuperación se serenarán bastante los ánimos en ese sentido; pero tenemos que trabajar todos por reivindicar mucho más la transparencia y la legitimidad de nuestras instituciones. La negación absoluta del sistema me parece muy peligrosa.
“La crisis es siempre
un caldo de cultivo
muy grande para
los populismos”
Da la impresión de que los dos partidos tradicionales, los que han mandado durante los últimos 38 años, han reaccionado tarde…
Durante estos últimos cuatro años hemos vivido una emergencia social de primer orden. Las energías estaban puestas en evitar el rescate, en salir de la crisis y en afianzar la recuperación, que por otro lado es un elemento clave a la hora de volver a colocar los populismos en su sitio. Creo que la nueva política no es lo que están propugnando algunos; la nueva política tiene que ser mejor política, tiene que ser un nuevo proceso de responsabilidad, de rendición de cuentas en un sentido del deber y la ejemplaridad y de una profundidad a la hora de abordar los temas que yo muchas veces no veo. El concepto nuevo es algo neutro: luego puede ser bueno o malo. Entre todos tenemos que hacer mejor política.
¿Qué tiene que hacer el PP para recuperar votos y credibilidad?
Es como cuando España perdió la confianza y hubo que trabajar mucho. En el ámbito de la recuperación económica y social queda mucho por hacer y es un elemento que debemos poner en valor, porque lo que no se pone en valor se pone en riesgo. Pero también debemos ser conscientes de que hay que estar siempre a la vanguardia de las nuevas exigencias de la población; ser absolutamente transparentes y hacer de la rendición de cuentas una tarea diaria.
“Las energías estaban puestas
en evitar el rescate, en salir
de la crisis y en afianzar
la recuperación”
¿Es un problema que mientras otros han hecho un cambio generacional el PP no lo ha afrontado?
Lo de las edades me parece simplista. El éxito de los partidos está en combinar todo tipo de participantes, con la misma pluralidad de la sociedad española. Para ser presidente del Gobierno es bueno tener cierta trayectoria, cierta experiencia, porque la silla del presidente no es una silla fácil. Hay que saber lo que se trae entre manos y tener experiencia.
¿Considera un fracaso para toda la sociedad, para los políticos, que cueste tanto conseguir grandes acuerdos?
Me hubiera gustado haber logrado una gran coalición en España, porque mostraría la desaparición del sectarismo y la capacidad de entendimiento entre dos grandes partidos. Y porque nos acercaría al resto de Europa.
“Me hubiera gustado
haber logrado una
gran coalición
en España”
¿Qué elementos de la Constitución cambiaría?
Yo soy de construir la casa por los cimientos. Todo texto humano, y más uno jurídico y legal, es perfeccionable. Pero tiene que haber un consenso en lo que debe reformarse y debemos ser capaces de definir adónde queremos llegar y el resultado final. Uno de los grandes éxitos de la Constitución fue haber sido capaz de englobar distintas posiciones políticas y posiciones territoriales y contar con mucho apoyo. Tendríamos que pensar en un resultado similar y eso tiene que nacer fruto del consenso. Lo difícil de estos procesos no es abrirlos, sino cerrarlos debidamente.