María José Díaz de Tuesta

Periodista

Wikileaks: una causa envuelta en misterio y un personaje complejo

WikiLeaks supuso un antes y un después en la historia del periodismo: fue la mayor fuente de revelación de secretos de Estado de la historia –más de 250.000 cables diplomáticos–, la primera información que este diario publicó antes en su web que en la edición impresa rompiendo el mito de la preponderancia del papel, e inauguró una serie de filtraciones que hoy ya parecen un género más. Los periodistas implicados no podían revelar el objeto de su trabajo ni a sus parejas.

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Retrato de Julian Assange. / FERNANDO VICENTE

Joseba Elola estaba inmerso en esas fechas (julio de 2010) en una serie de entrevistas sobre el futuro del periodismo on-line para el suplemento Domingo de EL PAÍS. Su responsable, Jan Martínez Ahrens lee algo sobre WikiLeaks y le propone que entreviste para la serie a Julian Assange, el controvertido fundador del sitio que puso patas arriba la política exterior del país más poderoso del mundo, EE UU, entre otros. En el curso de esa entrevista se gestó el acceso de EL PAÍS a esta gran exclusiva (Cablegate) junto a cabeceras de referencia como The New York Times, The Guardian, Der Spiegel y Le Monde.


LAS REVELACIONES DE WIKILEAKS


Cómo se llegó a realizar esa entrevista fue, entre otras cosas, una cuestión de mucha suerte. “La solicito en julio de 2010 y me responden que Assange anda ‘muy liado’. Un mes más tarde sale a la luz el penoso episodio en Suecia donde se le acusa de una violación. Pasa el verano e insisto de nuevo en septiembre. Y entonces empieza la película, porque todo en WikiLeaks está siempre rodeado de un cierto misterio. Me proponen que viaje a Londres el 4 de octubre, y me dicen que me indicarán en el último momento el sitio exacto en que se producirá la cita”.

A esas alturas ya había una orden de arresto internacional contra Assange. Por fin, el periodista recibe un mensaje el día 3 por la noche, la víspera de la entrevista, con la dirección en la que tenía que presentar. “Todo fue bastante peliculero. Del sitio en el que quedamos me condujeron a un callejón donde estaba la casa en la que le entrevisté. Al terminar el encuentro, le dije que quería hacerle una pequeña grabación en vídeo, en exteriores, y bajamos de nuevo al callejón. Preparando la entrevista, yo ya había comprobado que WikiLeaks era una gran fuente de información, un auténtico contenedor de filtraciones”. Así que al terminar el vídeo, Elola le hizo la pregunta de rigor: ¿Tiene papeles sobre España?’ Y le propuso que incluyera a EL PAÍS en sus publicaciones. “Para convencerle le comenté que estaba dejando fuera a millones de lectores de habla hispana y que este periódico podía ser su puerta de entrada a América Latina”, rememora. “Entonces, Assange miró al cielo, se quedó pensativo y me pidió mis datos de contacto”.


Cómo navegar por los ‘papeles de Irak’


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El fundador de Wikileaks, Julian Assange, en la finca de Bungay ( Reino Unido), durante su periodo de libertad bajo fianza, por un supuesto delito de violación. / BERNARDO PÉREZ

Al llegar a Madrid, el periodista contó a su jefe que se había tomado la libertad de tender un puente con WikiLeaks. Y empiezan tres semanas de “gran sufrimiento. En el periódico la idea gustó mucho, pero había nervios porque la respuesta no terminaba de llegar”. Él tenía la sensación de que se iban a conseguir los papeles, aunque no sabía cuáles. Se publica su entrevista con Assange y ese mismo día WikiLeaks sale con Los Papeles de Irak. “Y, por fin, unas tres semanas después de verle, recibo una llamada de su gente confirmando que el asunto iba adelante y que Assange ya necesitaba hablar directamente con el director del periódico. A partir de ese momento, el equipo directivo canalizó toda la historia, que supuso un gran éxito para EL PAÍS porque pasaba a trabajar codo con codo con los grandes medios de referencia internacionales”.

El periodista no cree que se pague un precio por el hecho de que salieran a la luz secretos de Estado de la primera potencia mundial, en un ejercicio de transparencia inédito. “Al contrario. Nos permitió a todos ver cómo EE UU marca la agenda en el mundo a través de sus tentáculos, las Embajadas; cómo ejerce presión en favor de sus intereses. Y vimos hasta qué punto los dirigentes locales se pliegan a sus demandas. El Cablegate, además, fue una operación pionera porque inauguró una era de megafiltraciones en las que varios medios pasaban a colaborar de manera coordinada”.

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Portada de EL PAÍS del 29 de noviembre de 2010. / EL PAÍS

Cómo leer un cable diplomático


Tras entrevistar varias veces a Assange, en persona y por teléfono, Elola opina que es un personaje “complejo y magnético”, que ha ido cambiando con el paso del tiempo. “Al principio, no se sabía mucho de él, aparecía como un adalid de la transparencia, rodeado de una cierta aura romántica. Luego han emergido muchas aristas en el personaje. Y queda pendiente algo muy importante: saber qué pasó en Suecia, donde está acusado de violación; es fundamental que declare. Assange es un tipo muy inteligente, con una cabeza privilegiada. Habla muy despacio, controlando muy bien los silencios, con lo que capta tu atención. Y tiene un discurso muy sólido y articulado, con esa ideología libertaria, de transparencia total… pero también hay puntos flacos, tiene un ego del tamaño de una catedral”.


ENTREVISTA A Joseba Elola

“Es la historia más fascinante que he vivido”

Pregunta. ¿Cómo fueron esas tres semanas de trabajo?

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El fundador de Wikileaks, Julian Assange, en la finca de Bungay en 2010. / BERNARDO PÉREZ

Respuesta. Nos concentraron a 30 periodistas dedicados exclusivamente a ese tema, que ocupaba
montañas de papel sin descifrar. Frente al resto de medios que llevaban más tiempo trabajando con los cables, y funcionaban con equipos más pequeños, EL PAÍS necesitó muchas manos porque solo disponía de tres semanas.Trabajábamos 14 y 16 horas al día, contrarreloj; no hacíamos otra cosa, desde el desayuno hasta la madrugada. Fueron tres semanas de trabajo colectivo fascinante, una aventura.

P: Y de absoluto incógnito.

R: Nos reunieron en un cuarto de la planta baja y nos pidieron que no dijéramos nada a nadie, ni a nuestras parejas, porque había que evitar cualquier filtración. Nuestro secretismo nos llevó a ganarnos los reproches de algunos de los compañeros de la redacción, que nos preguntaban qué hacíamos allí abajo y encontraban evasivas como respuesta. Contestábamos que estábamos con la nueva web del periódico.

P: ¿Cómo era el método de trabajo?

R: Cada periódico se responsabilizaba de un área geográfica; EL PAÍS, de América Latina. Cuando un medio veía una noticia relevante sobre un país, lo comunicaba junto a la numeración de los cables que correspondían a la noticia. Cada redactor tenía una carpeta llena de cables diplomáticos en los que debía buscar la noticia. Luego, cada medio redactaba su pieza, con un límite: teniendo mucho cuidado en editar los nombres de algunas fuentes, sobre todo, en países donde los informantes podían sufrir represalias; como China, donde hay pena de muerte. WikiLeaks tuvo problemas con el resto de medios cuando publicó la información sin editar las fuentes.

R: ¿Qué ha supuesto para ti profesionalmente?

R: Cablegate es la historia más emocionante que he vivido en mi carrera profesional. Tenía la sensación de asistir a la historia en directo, a la trastienda de las decisiones políticas.