Pablo Guimón

Corresponsal en el Reino Unido

Reino Unido, eterna duda sobre el proyecto europeo

El primer ministro británico, David Cameron, y la canciller alemana, Angela Merkel, en Downing Street./ KIRSTY WIGGLESWORTH, AP
El primer ministro británico, David Cameron, y la canciller alemana, Angela Merkel, en Downing Street./ KIRSTY WIGGLESWORTH, AP

‘Brexit’, una expresión que ha hecho fortuna en las secciones de internacional y economía de la prensa europea. Acrónimo de ‘British exit’ o, lo que es lo mismo, salida del Reino Unido de la Unión Europea, esta posibilidad es una de las grandes preocupaciones en el horizonte de una UE víctima de una grave crisis institucional. No es la primera vez que los británicos se lo piensan. Ya en 1975, el electorado británico respondió en un referéndum sobre su permanencia en la entonces Comunidad Económica Europea, a la que se había adherido solo dos años antes. Un 67% fue favorable entonces a la continuidad. La cosa ahora no está tan clara.


El próximo 23 de junio los británicos adoptarán la que, en palabras de David Cameron, “es quizá la decisión más importante que van a tomar en las urnas en toda su vida”. En juego, permanecer en el club en el que ingresaron en 1973 o caminar por libre. En la decisión final que tomen los británicos pesarán las siguientes cinco claves:

Los datos. Al final los votantes deberán decidir con el corazón, pero todos buscan datos para desviar hacia la cabeza el peso de una decisión tan trascendente. El problema es que esos datos no existen. O, más bien, no existen en uno de los escenarios: no se sabe cómo será el país si abandona la UE, de modo que no hay nada con qué comparar. A ambos lados de la campaña se han creado equipos de producción de datos que, a su vez, son contrastados por equipos de datos en los medios. ¿La UE le cuesta al Reino Unido 350 millones de libras a la semana? Falso. ¿Abandonar la UE costará tres millones de empleos? Probablemente, falso también.

Los jóvenes. Constituyen el colectivo más partidario de seguir en la UE. Y ese, paradójicamente, es el principal problema de la campaña por permanecer, porque los jóvenes votan menos. Según un reciente sondeo de The Observer, el 53% de los votantes de entre 18 y 34 años es partidario de permanecer en la UE, y el 29% prefiere abandonarla.

No se sabe cómo será
el país si abandona
la UE, no hay nada
con qué comparar

Los laboristas. Además de movilizar a los jóvenes, el otro gran reto de la campaña por permanecer será, según algunos estudios, hacer lo propio con los laboristas. Un colectivo más eurófilo, pero descontento con actuaciones recientes de la UE y carente de una figura proeuropea clara en sus filas. Jeremy Corbyn, líder del partido, podría ser esa figura. Pero su pasado crítico con la UE y su relativa tibieza al defender la permanencia ahora desdibujan su influencia.

El primer ministro. Los referendos a menudo funcionan como voto de reválida a un Gobierno. Y pocos dudan de que, en caso de que ganara el Brexit, el primer ministro se vería obligado a dimitir. Se ha comprometido tanto con la campaña por permanecer que no le quedaría más remedio.

La economía. El bolsillo pesó en la victoria del ‘no’ en el referéndum sobre la independencia escocesa, y los partidarios de permanecer en la UE confían en que pese también en junio. Pocos expertos dudan de que formar parte de la UE ha sido bueno para la economía británica. Más difícil es determinar cómo afectaría el Brexit, ya que dependería de los términos del acuerdo de salida. Y, como se han encargado de recordar pesos pesados del mundo empresarial, pocas cosas gustan menos a los mercados que la incertidumbre.


Unión Europea: de la integración al riesgo de ruptura

Por Claudi Pérez, Bruselas

Contradicciones, parálisis y muchas dudas en la construcción europea a día de hoy. La UE ha perdido tres referendos –sobre asuntos tangenciales, pero en realidad sobre el propio proyecto europeo– en los 10 últimos meses: Grecia, Dinamarca y Holanda. Los toques de atención en las urnas llegan en un momento muy delicado, marcado por una crisis de seguridad que se superpone a una crisis de refugiados y a una gran recesión que dura ya casi 10 años. Pero por encima de todo lo que planea es una crisis existencial y de liderazgo. La canciller alemana, Angela Merkel, heredó de Helmut Kohl un club unificado, con una moneda común y sobre todo con una idea fuerza (una unión cada vez más estrecha) que iba desde los glaciares de Finlandia hasta las playas de Cádiz. Con Merkel no han dejado de crecer las fracturas. El egoísmo se extiende por Europa, que va dejando atrás la solidaridad. La crisis ha dejado al descubierto una serie de grietas que habían quedado bastante bien disimuladas hasta ahora.