A las puertas de una revolución verde

Los compromisos internacionales sobre cambio climático obligan a una transformación del sector energético español hacia las fuentes limpias.

Si las promesas se cumplen, si el compromiso internacional que 195 países cerraron en diciembre del pasado año en París va en serio, tendríamos que estar a las puertas de una revolución energética. El calentamiento del planeta es incuestionable; 15 de los 16 años más cálidos en el planeta desde 1880 se han registrado este siglo. Y existe una mayoría científica –respaldada por esos 195 países firmantes del pacto contra el cambio climático– que vincula ese calentamiento a la actividad del hombre. En concreto, a los gases de efecto invernadero que se emiten cuando se queman los combustibles fósiles para generar energía, ya sea para producir electricidad o para el transporte. La acumulación de estos gases en la atmósfera también está en niveles récord y la tierra no se enfría al mismo ritmo que antes.

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España debería generar el 90% de su electricidad con fuentes renovables en 2050. / Sam Diephuis

EFECTOS CATASTRÓFICOS. Un sinfín de estudios científicos pronostican efectos catastróficos si no se consigue frenar el calentamiento global. La frontera se ha puesto en los 2 grados centígrados. El compromiso de París es conseguir que el aumento de la temperatura media a final de este siglo no supere esos 2 grados respecto a los niveles preindustriales, y en la medida de lo posible bajar incluso ese límite a 1,5 grados.

Para conseguirlo hace falta limitar las emisiones de gases de efecto invernadero y los firmantes del acuerdo de París tendrán que cumplir con unos compromisos de reducción de CO2, que empezarán a aplicarse a partir de 2020. La mayoría de los 195 países ya ha presentado planes de choque. “Dentro de poco casi 200 países tendrán normativas que endurecerán las condiciones sobre las emisiones”, apunta Carlos Sallé Alonso, director de Políticas Energéticas y Cambio Climático de Iberdrola. “Y los mercados de capitales ya están actuando”, añade sobre el movimiento mundial de fondos de inversión que sacan de sus carteras a las empresas muy carbonizadas, es decir, con una presencia importante de combustibles fósiles. “Cada vez, el que no se descarbonice tendrá más problemas”, vaticina Sallé.

Los compromisos de España se incluyen dentro del paquete de la Unión Europea, que en las negociaciones climáticas actúa con una sola voz. Los 28 reducirán los gases de efecto invernadero al menos un 40% en 2030 respecto a los niveles de 1990. A largo plazo, la UE asegura que las emisiones dentro de sus fronteras habrán caído entre un 80% y un 95% en 2050. “Hay que hacer una transición ordenada y planificar a largo plazo”, reclama José Miguel Villarig, presidente de la Asociación de Empresas de Energías Renovables (APPA).

Pero, ¿cómo afectan esos compromisos a España? Hay pocas proyecciones hasta la fecha. Alberto Amores, de la consultora Monitor Deloitte, presentó hace unas semanas el informe Un modelo energético sostenible para España, en el que se marca una hoja de ruta del cumplimiento de los compromisos de aquí a 2050. Según este informe, si España quiere cumplir con esa reducción de gases de efecto invernadero de entre el 80% y el 95% a mitad de siglo se tendrán que invertir entre 330.000 y 385.000 millones hasta 2050, lo que supone unos 10.000 millones al año.

La inversión más potente se tendría que concentrar en el sector de la generación de electricidad. España debe pasar de generar el 38% de la electricidad con fuentes renovables (eólica, solar e hidráulica) al 90% en 2050. Y según Deloitte se deben invertir entre 185.000 y 251.000 millones en los próximos 34 años.

La UE prevé que las emisiones
caerán entre un 80% y un 95% en 2050
dentro de sus fronteras

ESFUERZO ECONÓMICO. El informe apunta a que, si se consigue cumplir la meta de implantación de energías limpias, habría una rebaja del 42% en el precio de la electricidad para todos los consumidores. Y España conseguiría reducir drásticamente su dependencia energética del exterior, fundamentalmente del petróleo por la implantación del coche eléctrico que también es necesaria.

La inversión mundial en renovables está inmersa en una paradoja. A pesar de los bajos precios internacionales del petróleo, gas y carbón, la inversión internacional sigue creciendo. En 2015, marcó un récord en los 286.000 millones de dólares (251.300 millones de euros), y además a pesar de que los costes de estas tecnologías también se han desplomado. Un informe del banco estadounidense Lazard de finales del pasado año apuntaba a que el esfuerzo económico necesario para las grandes instalaciones de energía eólica ha caído un 61% desde 2009. En el caso de la solar, el descenso es más pronunciado: un 81%.

El crecimiento mayor de las fuentes limpias se está dando en los países emergentes. Según el último informe de estadísticas anuales de la Agencia Internacional de las Energías Renovables (Irena), el 58% de la nueva instalación de renovables en el mundo en 2015 se produjo en Asia, donde creció la capacidad un 12,4% respecto al año anterior. En América central el incremento fue del 14,5%. En Europa y Norteamérica creció un 5,2% y un 6,3%, respectivamente.

En el corto plazo, España tiene el compromiso con la Comisión Europea de que en el año 2020 el 20% del consumo final de toda la energía proceda de fuentes limpias. Pero, con un parón casi completo en la instalación de renovables durante la anterior legislatura, Bruselas ha alertado en varias ocasiones del riesgo de incumplir este objetivo. “A pesar de los objetivos 20-20 la implantación de renovables en España no se está acelerando”, apunta José Miguel Villarig, de APPA. “Hay un exceso de potencia instalada”, añade.


El transporte, asignatura pendiente

PUERTAS-02En España, al igual que en el resto del mundo, convertir el transporte en un sector libre de emisiones de gases de efecto invernadero es un reto pendiente. A pesar de las promesas y pronósticos de los últimos años, el transporte por carretera sigue dominado por las fuentes fósiles. Los coches eléctricos solo representan el 0,08% de los turismos en el mundo.
“Hay que hacer una penetración brutal del coche eléctrico”, apunta el informe de Alberto Amores. El gran problema ahora es la falta de puntos de recarga, algo que debe cambiar si se quiere electrificar este sector. El informe de Monitor Deloitte establece que en 2050 “todos los vehículos deberían ser eléctricos”. En 2030, deberían representar ya entre el 7% y el 10%, lo que supone vender 750.000 vehículos eléctricos al año.

Además, también se establece que entre el 40% y el 60% del transporte pesado que ahora se hace por carretera se tendría que derivar por ferrocarril eléctrico en 2050. Ahora, el 95% se hace con camiones.

Por Manuel Planelles