M. José Díaz de Tuesta

Periodista

La colección Thyssen llega a España: una historia novelesca

Inauguración del museo de la colección de pintura Thyssen- Bornemisza, en Madrid. Los barones posan con los reyes Juan Carlos y Sofía. /ULY MARTIN
Inauguración del museo de la colección de pintura Thyssen-Bornemisza, en Madrid. Los barones posan con los reyes Juan Carlos y Sofía. /ULY MARTIN

Que España saliera elegida para acoger una de las colecciones privadas de arte más importantes del mundo, con unas 800 obras antiguas y modernas, fue gracias a una boda. Sin ese enlace que convirtió, en 1985, a Carmen Cervera en la quinta mujer del barón Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza, posiblemente la colección estaría en otro de los lugares del mundo que la solicitaron, según el periodista Andrés Fernández Rubio, que fue testigo y parte, junto a otros compañeros, de esta compleja historia –con tintes novelescos– en la que estuvieron implicados desde el Rey hasta Felipe González. ¿El sueño del barón? Estar cerca del Prado.

El proceso de negociación arranca un año después de la boda, 1986. Representantes de la Administración española hablan por primera vez con Heinrich Thyssen, en su palacio inglés de Daylesford. Se inicia a varias bandas y estuvieron implicados desde el Rey y Felipe González hasta el duque de Badajoz y Javier Solana. “Y, por supuesto, Carmen Cervera”, recuerda el periodista. Seis años después, el 8 de octubre de 1992, se abre el Museo Thyssen con las obras prestadas temporalmente para ser expuestas en el palacio de Villahermosa de Madrid, frente al Museo del Prado. Y casi un año más tarde, el 18 de junio de 1993, el Gobierno aprueba la compra de la colección por unos 44.100 millones de pesetas, 715 obras para la sede de Madrid y 60 para el monasterio de Pedralbes de Barcelona.

El proceso de negociación se inicia
a varias bandas y estuvieron implicados
desde el Rey y Felipe González hasta
el duque de Badajoz y Javier Solana

La historia era especial. “Contenía claros elementos periodísticos y hasta novelescos. Por una parte, una ex miss España que había sido mujer de Espartaco Santoni (actor y latin lover que pasó un tiempo en la cárcel de Carabanchel) y que se casa con un aristócrata alemán multimillonario y acaba contribuyendo a que se incremente de forma valiosísima el patrimonio español. Por otra, los herederos del barón, que buscan sacar el mayor provecho del acuerdo, y la habilidad de los negociadores del Estado. Y, por último, el sueño logrado del barón, estar cerca del Prado”.

Sin título-1
Jorge Semprún, ministro de Cultura; Carmen Cervera y su marido, el barón Thyssen./ CHEMA CONESA

En medio, países como Suiza y Japón pelearon por tener la colección, y ciudades como Londres, París, Los Ángeles, Bonn y Stuttgart. Margaret Thatcher, entonces primera ministra británica, se empleó a fondo y en 1988, en alianza con el príncipe de Gales, envió a Suiza a un grupo negociador para que convenciese al barón Thyssen. “Querían la colección para Londres, y no conseguirla fue una de las grandes frustraciones de Thatcher, que dedica en sus memorias a este asunto más de la mitad de las líneas que dedica a la cultura”, apunta el periodista.

En una de las entrevistas con el barón, los periodistas le preguntaron por la razón última que le había hecho decidirse por España. “Por descontado fue Carmen Cervera quien le empujó, pero él contestó: ‘El Museo del Prado”, cuenta. “La gran jugada del Gobierno español fue ofrecerle para albergar su colección el Palacio de Villahermosa, a cien metros del Prado. Él sabía que los cientos de miles de visitantes de uno de los museos más extraordinarios del mundo acabarían cruzando la calle para no perderse el Museo Thyssen”.

El acuerdo salió adelante con los votos del PSOE, del PP (aunque se quejó de no haber sido mejor informado en el proceso) y del CDS. Votaron en contra Izquierda Unida y Convergència i Unió. ¿Que si se podía haber mejorado? “En las partes importantes, lo dudo. Quizás sí en algún aspecto de la letra pequeña, lo cual es lógico al tratarse de un contrato que ocupaba cuatro gruesos tomos de color rojo de unos 500 folios cada uno”, explica.

Carmen Cervera y su marido, el barón Hans Heinrich von Thyssen- Bornemisza, ante un cuadro de su famosa colección de arte./ BERNARDO PÉREZ
Carmen Cervera y su marido, el barón Hans Heinrich von Thyssen- Bornemisza, ante un cuadro de su famosa colección de arte./ BERNARDO PÉREZ

Un proceso que dio para muchas anécdotas, según Fernández Rubio: “La fuente de anécdotas permanente era Carmen Cervera. Por ejemplo, impuso el color terracota en las paredes del Palacio de Villahermosa frente al gris neutro, mucho más museístico, que defendía el arquitecto encargado de la obra, Rafael Moneo. También impuso mármol en el suelo frente a la madera que defendía Moneo. En ambos casos estaba equivocada, pero se hizo como ella dijo”.


“El principal obstáculo fue el secretismo de las negociaciones”

El autor de la entrevista, Andrés Fernández Rubio
El periodista entrevistado, Andrés Fernández Rubio

¿Cómo se articula la información?

Desde Barcelona, Francesc Valls y Rosa Mora se centraron en el frente ministerial, pues el titular de Cultura, Jordi Solé Tura, era catalán. En Madrid, Ángeles García, entonces en la sección de Cultura, se enfocó en Carmen Cervera y los herederos del barón (sin duda la parte más divertida). Y Rocío García y yo mismo nos ocupamos del barón Thyssen, y también del abogado cuyo despacho culminó el acuerdo, Rodrigo Uría, además de las discusiones parlamentarias.

¿Erais conscientes de su trascendencia?

Desde el principio quedó claro que el Museo Thyssen estaba llamado a convertir Madrid, como así ha sido, en una de las capitales mundiales del arte. El triángulo es indispensable para cualquier amante de la cultura: Museo del Prado, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y Museo Thyssen.

¿Cuál fue el principal obstáculo?

El secretismo de las negociaciones.

¿Y cómo se sorteó?

Fue complicado, pero intentamos, por varios frentes, no meter la pata. Y lo conseguimos. Por una parte, la empatía de Ángeles García con Carmen Cervera acentuó la locuacidad de esta, lo cual nos dio pistas. También ayudó que Rocío García conociera bien al abogado Rodrigo Uría. El director gerente del Museo Thyssen, Julián León, había sido compañero mío en el Colegio Mayor Chaminade. Y Francesc Valls y Rosa Mora tenían muy buena relación con Solé Tura. Todo sumaba.

Ilustración de Carmen Cervera. / SANTIAGO CUETO
Ilustración de Carmen Cervera. / SANTIAGO CUETO