José Carlos Canalda

Me pasó cerca. Entonces yo vivía en Alcalá de Henares y, como trabajaba en Madrid, cogía el tren todos los días. Por fortuna, aproximadamente media hora más tarde del último que explotó. Llegué a la estación, muy cerca de casa, y me dijeron que el tráfico estaba suspendido porque había habido un atentado en Atocha. Obviamente, no era consciente de la magnitud de la salvajada, ya que no lo había oído en la radio. Volví a casa, por fortuna me dio tiempo a avisar a mi mujer justo cuando ella salía a trabajar, y llamé por teléfono a mi madre. Ésta ya se había enterado y estaba, literalmente, que se subía por las paredes pensando que podría haberme pasado algo. Luego intenté llamar al trabajo y a mi suegra, y me costó mucho trabajo, luego me enteré de que al parecer, por motivos de seguridad, habían interferido la red de comunicación de los teléfonos móviles. Sólo dos semanas más tarde estuve haciendo un curso en mi trabajo y tuve que ir justo una hora antes, a la que tuvieron lugar los atentados. De no ser por esta casualidad, quizá ahora no podía estar contando esto.