Jesús Catalán

Soy asturiano de Oviedo y en aquel entonces estaba haciendo la mili. Mi destino era el Regimiento Pavía nº 19 en San Roque (Cádiz). En aquellas fechas era cabo en la Unidad de Destinos (nombre de mi Compañía) y ese día estaba de cabo cuartel en mi Compañía.
Fue una jornada entretenida. No tuve miedo, si incertidumbre y preocupación por lo que estaba ocurriendo y por los míos, que desde casa, sin poder contactar con ellos, podían estar suponiendo cualquier cosa.
En el Cuartel en el que estaba, no llegamos a movilizarnos para salir, pero muchos teníamos claro el sentimiento de que si salíamos a la calle, no demostraríamos un “ardor guerrero” que no sentíamos ni atosigaríamos a nadie. No solo era una cuestión de la tropa, había muchos suboficiales y oficiales que no estaban por la labor de respaldar algo con lo que no comulgaban. La Unidad de Destinos en aquel Cuartel, era para los que estábamos al cargo de tareas en las Oficinas, Residencia de Oficiales y otros servicios del Cuartel, por lo que nuestro conocimiento de las opiniones de nuestros mandos era amplio, éramos muchos a escuchar y después nos lo contábamos.
Si que nos hicieron preparar nuestra equipación de soldados por si se daba la orden de salir y como cabo cuartel ese día, el suboficial de guardia (brigada Nájera) y el furriel de mi compañía (lamentablemente no recuerdo su nombre), no se puede decir que durmiéramos mucho.
Fue una noche de estar pegados a la radio, de plantearnos muchas cuestiones, de comprobar de que pie cojeábamos cada uno de los que en aquella Compañía estábamos.
Cuando tras la noche que pasamos, los que pudimos, vimos en directo el discurso del Rey Juan Carlos por televisión en la sala que para tal fin había en la Compañía, gritamos al unísono: “¡olé tus huevos”.