Daniel Muela

Periodista

Angola, 14 años de paz

El 4 de abril de 2002, la guerrilla de la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA) y los jefes militares de las Fuerzas Armadas angoleñas rubricaron la ansiada paz en un país que llevaba 27 años de enfrentamientos civiles. Esta fecha marcó un punto de inflexión en una de las naciones más empobrecidas, por entonces, del continente africano. El alto el fuego permanente frenó el sufrimiento que la población padeció durante casi tres décadas. El conflicto bélico se cobró la vida de entre 500.000 y 1.500.000 civiles y obligó a cuatro millones de personas a buscar refugio fuera de sus fronteras.

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El presidente de Angola, Dos Santos (derecha), estrecha la mano del representante de UNITA, Paulo Lukamba.

Recogemos, a continuación, una serie de acontecimientos clave que marcaron aquella época a través de las crónicas de EL PAÍS desde 1977, dos años después del comienzo de la guerra civil, hasta los acuerdos de paz de 2002:

Angola, antes de que comenzara el enfrentamiento civil, tuvo que luchar por su emancipación, al ser colonia de Portugal. El proceso descolonizador duró desde 1961 hasta 1974. Este hecho allanó el comienzo de la futura guerra en Angola.

A finales de mayo de 1977, el presidente de Angola, Agostinho Neto, consiguió abortar una rebelión contra su persona ejecutada por un comité de acción del Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA), leal al ex ministro del Interior Nito Alves y al comisario político de las Fuerzas Armadas Jose van Dunen. Ambos eran partidarios de una radicalización del proceso revolucionario del país africano.

Desde la muerte del presidente Agostinho Neto en 1979, la escalada de violencia no paró de aumentar. La guerra se internacionalizó debido a la incapacidad latente, que se arrastraba desde tiempo atrás, de llegar a un alto el fuego entre los distintos grupos combatientes: el MPLA y sus aliados cubanos, germanorientales y soviéticos; la UNITA, apoyada por EE UU, Israel y Francia, entre otros; y el Frente Nacional de Liberación de Angola (FNLA), respaldado por más de una decena de países, entre los que destacaban Argelia, Sudáfrica y Zaire —actual República Democrática del Congo—.

La Guerra de la frontera de Sudáfrica agravó la situación, debido a que soldados de dicho país participaron en los enfrentamientos armados, apoyados por la UNITA — con cerca de 20.000 soldados dispuestos para luchar —y liderados por Jonás Savimbi, una de las figuras más destacadas del conflicto. Sudáfrica argumentó que para frenar el avance de los independentistas namibios necesitaba perseguir a los rebeldes en Angola y Mozambique.

Tras varios años de constantes enfrentamientos, el 22 de diciembre de 1988 se dio el primer paso hacia una paz duradera y verificable. En el acuerdo se establecía la obligación de retirada de las tropas cubanas —con 50.000 combatientes desplegados— y del repliegue del cuerpo expedicionario internacionalista, bajo supervisión de la ONU. Cuatro días antes, España se mostró dispuesta a colaborar en la consolidación del proceso.

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Portada de EL PAÍS del 19 de marzo de 1988.

El 31 de mayo de 1991, con la mediación de Portugal, EE UU, la Unión Soviética y las Naciones Unidas, se firmaron los Acuerdos de Estoril, que precedieron a las elecciones presidenciales de finales de septiembre de 1992. En ellas, el MPLA — encabezado por el candidato José Eduardo dos Santos— venció, pero no consiguió alcanzar más de la mitad de los votos en primera vuelta. Esto motivó el asalto a las embajadas de Argelia, Bulgaria y Portugal por parte de miembros de la UNITA. Este suceso ensombreció la tranquilidad con la que se habían celebrado los comicios. El clima se enrareció tras las afirmaciones de Savimbi de que las elecciones habían sido fraudulentas.

El 12 de octubre la violencia volvió a las calles del país tras un atentado en un hotel de la capital. A principios del mes siguiente, los enfrentamientos se extendieron por toda la ciudad, mientras la ONU exhortaba a la UNITA a dejar las armas. Transcurrió un lustro hasta que el grupo guerrillero, comandado por Savimbi, formó parte del nuevo Gobierno de unidad, tras años de guerra civil y tres negociaciones infructuosas. En aquella época, cerca de un millón de personas se encontraban fuera de sus hogares en condiciones severas de pobreza. Pese a los esfuerzos, el conflicto aun perduraría otros cinco años más.

Angola después de la guerra

La muerte de Savimbi, en 2002, favoreció un clima de relajamiento colectivo en un país sumido en la miseria. Ejemplo de esto fue la consecuente negociación para terminar con los enfrentamientos. Los esfuerzos por reconstruir el país quedan patentes en la evolución de la renta per cápita. La inflación, que en 1996 rozó el 5.000%, en 2007 ya estaba estabilizada en torno al 10%.

En 2008, se volvieron a celebrar elecciones. No sin un trabajo costoso. No existía un censo oficial desde 1970 en un país con el doble de kilómetros cuadrados que España y con unas comunicaciones deficitarias.

Pese al espectacular aumento del PIB, especialmente entre 2004 y 2007, Angola aún es un país de profundas desigualdades, debido a que la redistribución de la riqueza entre sus ciudadanos no se traduce en una mejora de los servicios sociales. Y sólo han pasado 14 años del conflicto bélico de mayor duración en África durante el siglo XX.