No resulta fácil sujetar la personalidad polifacética de Gregorio Marañón en una responsabilidad concreta, pero forma parte de ella su papel de timonel en el Teatro Real —preside la Fundación del Teatro Lírico— y su lealtad a EL PAÍS como lector. Como referencia senatorial y como consejero del Grupo PRISA.
“Fue como asistir a un nacimiento, porque yo estaba a pie de rotativa cuando salió el primer ejemplar, en 1976”, dice Gregorio Marañón (Madrid, 1942). Pero la noticia que más ha impactado en la memoria de este académico, empresario y abogado fue la del 23-F. “Por la inmensa angustia que proporcionó el intento fallido de golpe de Estado y por la profunda esperanza que conllevó haberlo superado”. El presidente del Patronato del Teatro Real cree que España necesita “no una mera coalición de Gobierno, sino un acuerdo transversal para llevar a cabo el proceso de generación democrática, la reforma de la Constitución y resolver el problema de la crisis catalana”. Es lo que ahora más le gustaría leer en el periódico.
EL PAÍS salió en 1976. ¿Cómo era entonces la ópera en España?
En 1976 no había en España más institución de ópera que el Liceu de Barcelona. En Madrid se representaban con modestia algunos títulos a lo largo del año en el Teatro de la Zarzuela, tal como sucedía en otras ciudades españolas. En los años 60, la familia March se ofreció a construir un teatro de ópera moderno para Madrid, en uno de los más generosos gestos de mecenazgo privado que conozco,
pero el gobierno de Franco rechazó el proyecto, limitándose a reabrir el Teatro Real como sala de conciertos.
¿Qué ha supuesto la aparición del Teatro Real y sus casi primeros 20 años de vida?
En 1997 el Ministerio de Cultura y la Comunidad de Madrid convirtieron de nuevo el Teatro Real en teatro de ópera, tal como lo había sido hasta el año 1925. Después hubo una primera década con numerosos cambios –seis presidentes, cuatro directores generales y cinco directores artísticos y musicales– que impidieron consolidar cualquier proyecto.
¿Cómo fue el despegue de la institución?
A finales de 2007 se modificaron los estatutos del Teatro Real para dotarlo de autonomía y estabilidad,
definiendo su vocación de ser la Ópera nacional de referencia en España. Se contrató a Gerard Mortier
para llevar a cabo un proyecto artístico de excelencia, y así se cambió el coro, se mejoró notablemente la orquesta, y las nuevas producciones del Real se empezaron a representar en numerosos escenarios internacionales. En 2013, a raíz de su enfermedad, fue sustituido por Joan Matabosch, que prosiguió decididamente lo anterior con sello propio. El Teatro Real hoy ha iniciado la conmemoración del XX
aniversario de su reapertura y del 200 aniversario de su fundación, habiéndose convertido en un referente europeo.
¿Cómo se ha logrado preservarlo de la politización?
Las grandes instituciones culturales del Estado requieren una autonomía que les permita una gestión profesionalizada y estable. El Teatro Real, desde el año 2007, dispone de un adecuado marco
legal, lo que le ha permitido conformar un excelente equipo profesional, dirigido por Ignacio García-Belenguer. Ha salido fortalecido de la crisis, con un magnífico proyecto artístico y un modelo
de financiación en el que el 25% son aportaciones públicas, el 30% aportaciones privadas y el 45% ingresos generados por el propio teatro, que cuenta con una situación financiera saneada, sin déficit ni endeudamiento. Todo ello le ha llevado a ser reconocido en el último Barómetro de la Cultura como una de las tres principales instituciones españolas, con el Museo del Prado y el Reina Sofía.
¿Dónde imagina el Teatro Real dentro de otros 40 años?
Sin esperar tantas décadas, el Teatro Real, si sigue contando con el apoyo de las Administraciones Públicas y de la sociedad civil, y con su excelente equipo directivo, volverá a ser, como ya lo fue en el siglo XIX, uno de los principales teatros de Europa. Además, gracias a las nuevas tecnologías, sus producciones podrán visualizarse en todas partes, y ¿por qué no?, dispondrá también de un segundo escenario en Madrid.