Macarena Vidal Liy

Corresponsal de EL PAÍS en Pekín

Fukushima, una catástrofe no resuelta

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Localizador de las plantas nucleares en Japón.

El 11 de marzo de 2011, durante 6 largos minutos, la tierra tembló con una fuerza inusitada en Japón. El movimiento sísmico de magnitud 9, el más fuerte en el país desde que comenzaron los registros, creó un tsunami incontenible. Durante media hora, olas de hasta 15,7 metros de altura sacudieron e inundaron la costa de Fukushima. Cerca de 19.000 personas perdieron la vida. Pero la catástrofe mayor estaba aún a punto de ocurrir.

Las olas también se llevaron por delante el muro de contención de la central nuclear Fukushima Daichi y anegaron su sistema eléctrico, causando el recalentamiento de los reactores. El trabajo desesperado de los equipos de científicos y de bomberos no logró evitar que al día siguiente los núcleos de tres de ellos hicieran fusión.

La peor tragedia en Japón desde la II Guerra Mundial y la peor catástrofe nuclear en el mundo desde el accidente de Chernobyl, en Ucrania, obligó a crear una zona de exclusión en 20 kilómetros a la redonda. Unos 160.000 residentes en las inmediaciones tuvieron que dejar sus hogares a toda prisa. Cerca de 70.000 aún no han recibido autorización para regresar a sus casas.

La peor tragedia en Japón desde
la II Guerra Mundial y la peor catástrofe
nuclear en el mundo desde  el accidente de Chernobyl

No está claro si, aunque puedan, volverán. Solo una de las 11 localidades de la zona, Naraha, se ha declarado reabierta, pero pocos de sus antiguos pobladores han vuelto. La mayoría, ancianos que echaban de menos el lugar donde vivieron siempre. El resto tiene miedo de la radiación o ha rehecho su vida en otra parte.

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Manifestación antinuclear en Tokio.

El Gobierno japonés decidió no abandonar la zona y limpiarla por completo. Los trabajos se han demostrado ímprobos y van con retraso. Hay que limpiar cada superficie y retirar la capa superior de la tierra, hasta 5 centímetros de profundidad. Por todas partes se acumulan, amontonados a la espera de que se decida su destino final, sacos y sacos negros con basura de menor nivel radiactivo, hojas y ramas principalmente. Su volumen puede superar los 22 millones de metros cúbicos. Tepco, la empresa propietaria de la central, tenía previsto desmantelar completamente la planta para 2030, aunque aún no ha conseguido recuperar el combustible de los reactores.

Está aún latente el miedo al cáncer. La OMS declaró en 2013 que los habitantes de las localidades más cercanas a la central tenían mayor riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer, como tiroides, mama o leucemia, aunque fuera de esas zonas no se preveía un incremento de casos. En octubre del año pasado, Japón reconoció por primera vez que el cáncer de un trabajador de la central podía estar relacionado con su exposición a la radiación.

Tres antiguos directivos de Tepco han quedado
imputados por no tomar las medidas
necesarias para prevenir el desatre

La catástrofe nuclear motivó el parón de los 48 reactores nucleares operativos hasta entonces en Japón y que proporcionaban el 30% de la energía que consumía el país. Pero pese a la opinión en contra de aproximadamente dos tercios de la población, según las encuestas, el Gobierno del primer ministro Shinzo Abe ha levantado la moratoria y desde el año pasado han vuelto a funcionar dos reactores en la planta de Sendái, en el sur. Tokio prevé que para 2030 la energía nuclear cubra casi una cuarta parte de las necesidades del país.

Mientras tanto, el 29 de febrero, cinco años después de la catástrofe, tres antiguos directivos de Tepco han quedado imputados por no tomar las medidas necesarias para prevenir el desastre.

Los primeros dos meses


El terremoto de magnitud 9.0, cuyo epicentro se situó en el mar, frente a la costa de Honshu, causó un maremoto con olas de más de 40 metros. El seísmo, el quinto más potente del mundo hasta la fecha, dejó un panorama desolador que se fue agravando con el paso de los días. La central de Fukushima 1 detectó un fallo en el sistema de refrigeración, explosiones en los edificios que albergan los reactores y la liberación de la radiación al exterior.

Un desenlace paulatino


La catástrofe de Fukushima relanzó el debate nuclear en todo el mundo. La radiactividad de la zona, incluido el mar, no dejó de aumentar, y la situación, cinco años después, sigue teniendo muchas heridas que todavía no han cicatrizado. Sin embargo, el debate sobre la energía nuclear en el país nipón parece haberse difuminado. Japón sigue aferrado a las centrales nucleares, que proporcionan un tercio de la energía que consume el país.