El fin del monopolio y la remodelación

Las consecutivas liberalizaciones no han evitado que los precios de la luz suban

Los monopolios no tienen buena fama. Pero eso era lo que había en España hace 40 años. Fuera para contratar el suministro eléctrico o comprar gasolina, el consumidor no tenía más que opción que Campsa, o las distintas eléctricas, en su zona. “Hasta 1997 el sistema eléctrico era planificado: el Estado decidía qué invertir, cuándo, dónde y quién lo hacía. El precio que pagaba el usuario se fijaba en el Boletín Oficial del Estado (BOE), así como el pago que percibían las empresas”, explica Guillermo Ulacia, presidente de la Comisión de Industria y Energía de la patronal CEOE. Lo mismo pasaba en los hidrocarburos: los precios eran iguales en todos los puntos de venta. Y el gas natural no había hecho su aparición. El suministro empezó a mediados de los 80, cuando en Enagás “construimos el primer gasoducto entre Barcelona-Valencia y el País Vasco”, dice la compañía.

1989

Llegan los extranjeros. Este año marca la apertura del mercado de hidrocarburos en España, según Álvaro Mazarrasa, director general de la Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos (AOP). “Entraron las primeras compañías extranjeras”. Tres años después desaparecía el monopolio de Campsa, se iniciaban los movimientos para liberalizar precios y se agrupaban los activos de logística, almacenamiento y transporte en la nueva Compañía Logística de Hidrocarburos (CLH), que daría servicio a los operadores en igualdad de condiciones y precios. Y, en 1987, otro factor decisivo para el mercado fue la creación de Repsol, añade.

1997

El cambio decisivo. Fue el año de las grandes leyes de liberalización que comenzarían a abrir el sector, en electricidad y gas. “En 1998 empezaría el mercado mayorista y en 2000 se permitió a los grandes clientes escoger su suministrador”, apuntan en la agrupación eléctrica Unesa. Ulacia destaca medidas como “la separación de las actividades reguladas (trasporte y distribución) de las no reguladas (producción y comercialización)”. Pero el hito en hidrocarburos fue en 1998, que define “el inicio de la liberalización”, según Mazarrasa. “Entonces se promulgó la Ley de Hidrocarburos, se creó la CNE (Comisión Nacional del Sistema Eléctrico) y culminó la liberalización de precios”. La Ley de Hidrocarburos fue decisiva en gas natural, con medidas como “la libertad de acceso a las instalaciones del sistema, la separación de las actividades reguladas y la liberalización del suministro a través de la figura de los comercializadores”, opinan en Gas Natural.

2000

Elección de suministrador. A partir de esta fecha se recrudecen las medidas para hacer efectiva la competencia. “Se permite a los clientes de alta tensión, sobre todo empresas grandes y medianas, escoger su suministrador, posibilidad que se abre en 2003 a todos los consumidores”, indica Unesa. Un real decreto obliga a Gas Natural a ceder parte de su gas a otros comercializadores y se regula el acceso de terceros a las instalaciones gasistas, base de la liberalización del mercado”.

2007

Resultados en marcha. Se empiezan a ver ya los resultados de la liberalización. A la desaparición del suministro a tarifa del gas, iniciado en 2006, le siguió la entrada de las comercializadoras en 2008 como las únicas que podían suministrar gas natural. También en 2009 se puso fin, en la electricidad, a las tarifas reguladas para la alta tensión (al año siguiente para todos los clientes). Y se puso en marcha el suministro de último recurso (TUR).

La industria se abrió
en 1997: el cliente
ya podía elegir
a su proveedor

2013

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Las consecutivas liberalizaciones no han evitado que los precios de la luz suban. / Getty Images

Correcciones hasta hoy. Los últimos años han sido de corrección del sistema. En la electricidad, una de las medidas más importantes, señala Guillermo Ulacia, fue el nuevo recibo con la sustitución de la TUR por el PVPC (Precio Voluntario del Pequeño Consumidor): desparecían los precios regulados, que quedaban solo para los clientes vulnerables. En las gasolinas, la Ley de Medidas de Fomento de la Competencia de 2013 estableció que ningún operador podía tener una cuota de mercado superior al 30% y limitó a un año la duración de los contratos entre operadores y estaciones de servicio. Y en el gas natural, el Gobierno acometería en 2014 una serie de medidas “para garantizar el sostenimiento financiero del sistema gasístico y el establecimiento de un mercado organizado de gas, el HUB”, dice Gas Natural.

¿Resultado? Hoy existe un amplio número de operadores, libre elección de los consumidores, separación de actividades reguladas y no reguladas (totalmente liberalizadas) y precios libres. En la Confederación de Empresarios de Estaciones de Servicio (CEES) explican que “ahora hay un mercado con multitud de marcas que ofrecen productos, servicios y precios diferenciados y una red que supera los 10.500 puntos de venta”. “Una de las más modernas de Europa”, según Mazarrasa. Y, además, asegura que sí hay competencia. “Han entrado todo tipo de jugadores, desde compañías extrajeras a operadores independientes o cadenas de hipermercados”.

El portavoz de la CEOE explica que “la separación de actividades competitivas y reguladas en electricidad ha aportado eficiencia en las decisiones de inversión, producción y consumo y una mayor presión para que los productores reduzcan costes”.

En cuanto a la libre elección de compañía, Iberdrola asegura que entre octubre de 2014 y septiembre de 2015, más de 3,2 millones de consumidores se cambiaron de comercializadora eléctrica y más de 830.000 en gas, con lo que rechaza que el cambio sea tan complicado como se dice.
También la liberalización del gas ha tenido efectos positivos, por el aumento de la infraestructura. “Hay 7 plantas de regasificación y 14.000 kilómetros de red de transporte”, indican en Enagás, lo que ha servido para que “entre 1997 y 2008 la demanda de gas en España creciera a un ritmo medio anual del 6,6%”, explica Gas Natural.

Eso sí, los precios han subido. Según la industria, por causas ajenas a ella: “El precio de la actividad eléctrica estricta era un 10% más cara en 2015 que en 2005, por lo que en términos reales ha bajado, pues la inflación en este periodo fue del 21%”, justifica Unesa. Sin embargo, “los precios finales han subido un 70% debido a las políticas que van con cargo a la electricidad (renovables, moratoria nuclear, primas al carbón…)”.


Autoconsumo: ¿Amenaza o desafío?

La generación distribuida y el autoconsumo, que permite a empresas y particulares producir su electricidad a través de placas solares para consumo propio, acabará dando la puntilla a las eléctricas, según dicen muchos expertos, ya que cada vez más gente comprará menos a la red. Para evitarlo, el Gobierno “fijó el año pasado las condiciones para que pueda llevarse a cabo el nuevo mecanismo de autoconsumo”, explica la patronal eléctrica Unesa, que obliga a los autoproductores y consumidores a pagar su parte de los gastos del sistema (peajes, primas…).

“Este mecanismo es una opción más para los clientes”, añade Iberdrola, pero “las redes seguirán jugando un papel básico pues, aunque generemos nuestra energía, al final necesitaremos la red como respaldo y soporte”.

Por Fernando Barciela